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EL Partido Comunista de Cuba (PCC) inaugura hoy su VI Congreso con un solo tema de debate: la "actualización" del modelo económico para superar la crisis que arrastra la isla. Será un encuentro histórico, en el que cerca de un millar de delegados analizará y aprobará una serie de medidas económicas para actualizar el modelo que rige en Cuba desde hace más de medio siglo. Desde que se celebró el primer encuentro en 1975, el máximo cónclave del Partido Comunista ha servido para trazar las políticas económicas y de defensa del país para un quinquenio, sin embargo, el que comienza hoy llega con nueve años de retraso y sin Fidel Castro, por primera vez, al frente del PCC. También será el último congreso de los barbudos, la Generación Histórica de la revolución cubana, la que luchó en Sierra Maestra contra Batista.

"El VI Congreso del Partido debe ser, por ley de vida, el último de la mayoría de los que integramos la Generación Histórica; el tiempo que nos queda es corto", apuntó el presidente Raúl Castro el pasado diciembre durante un esperado discurso en el Parlamento, en el que también advirtió: "O rectificamos o nos hundimos". El único punto de la agenda será el análisis de las 291 medidas que contiene el Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social, algunas de las cuales ya están en marcha y que deberán ser aprobadas por los delegados de las diferentes provincias del país que acudirán al encuentro que se celebrará en La Habana entre hoy y el martes.

El objetivo de la cita, la más importante desde que fue aprobado formalmente el modelo económico de estilo soviético en el I Congreso de 1975, es sacar a la isla de la grave situación económica que arrastra desde la caída del campo soviético, agudizada en los últimos años por la crisis mundial, los destrozos causados por los huracanes y el permanente bloqueo de Estados Unidos, pero también por la baja productividad de un número importante de empresas estatales. "Tenemos el deber elemental de corregir los errores que hemos cometido en estas cinco décadas de construcción del socialismo en Cuba. O rectificamos o nos hundimos", señaló Raúl en su discurso ante el Parlamento.

Los lineamientos

Autogestión y descentralización

El PCC repartió a finales del año pasado un documento de 32 páginas con los lineamientos de las reformas propuestas, dando paso a un debate nacional en las secciones sindicales de las empresas y en las comunidades de vecinos de la isla. El texto deja claro que Cuba seguirá siendo un país socialista en el que primará la planificación y no el mercado, sin embargo, abre la puerta a la descentralización y la autogestión empresarial, a la creación de pequeños negocios privados y cooperativas, a la unificación de las dos monedas que circulan en el país -peso nacional y convertible-, la flexibilización de la compra-venta de viviendas, hasta ahora prohibida, o la eliminación gradual de la libreta de racionamiento, con la que la población adquiere alimentos básicos a precios altamente subsidiados y de la que ya se han retirado algunos productos.

"El sistema de planificación socialista continuará siendo la vía principal para la dirección de la economía nacional, y a su vez deberá transformarse en sus aspectos metodológicos y organizativos, para dar cabida a las nuevas formas de gestión y de dirección de la economía nacional", señala el primer lineamiento del proyecto. Esta "actualización" supone la mayor reestructuración en un Estado que ha controlado desde los años 60 la casi totalidad de la economía.

En un artículo publicado esta semana con motivo del VI Congreso del Partido Comunista, el diario Granma defendió la autogestión empresarial como fórmula para dinamizar la economía. "Las empresas, de una vez por todas, deben marchar con pasos propios, teniendo siempre como meta el plan aprobado y respetando el marco legal de cada procedimiento", señaló. Según Granma, "el excesivo control del Estado en franca práctica paternalista" ha llevado a las empresas a evadir responsabilidades, a funcionar con pérdidas, a realizar tareas ajenas a su actividad y a perder capacidad de reacción y movilidad, "atadas a decisiones que provenían de arriba". Además, el diario apunta que "el interés por descentralizar y fortalecer el trabajo de la empresa estatal cubana es un acuerdo pendiente en la política económica", que aprobó hace 14 años el anterior cónclave de los comunistas cubanos, pero que "no se ha logrado generalizar".

El mandato de Raúl

La batalla económica como eje principal

Desde que asumió formalmente la presidencia del país en 2008, Raúl Castro ha hecho de la "batalla económico" el eje central de su mandato, con constantes llamamientos a la eficiencia, el ahorro y a corregir los errores del pasado. Para lograrlo, una de las metas que se ha puesto ha sido reducir el gasto del Estado. En definitiva, poner fin al paternalismo que ha regido la política económica y social del último medio siglo. Las autoridades comenzaron entonces a repartir tierras en usufructo entre agricultores particulares, en detrimento de las granjas estatales. Asimismo, a finales del año pasado, Raúl Castro anunció la reducción de "plantillas infladas" en el sector estatal y la aprobación de un paquete de leyes para facilitar a los cubanos la apertura de pequeños negocios particulares en 178 profesiones. Gracias a esas medidas, ya se han entregado tierras cultivables a 130.000 particulares y se han concedido licencias para abrir microempresas a unas 180.000 personas, que a partir de ahora deberán pagar impuestos y contribuir a la seguridad social. Estos se suman a los 157.000 cuentapropistas -en argot cubano, los que trabajan en el sector privado- que ya existían.

A raíz de la implantación de estas medidas, desde comienzos de año, se ha visto florecer en las calles de Cuba un nuevo sector privado. En La Habana, por ejemplo, proliferan los restaurantes particulares o paladares, como se llaman en la isla, y en cada esquina hay puestos de venta de música y películas. También se han abierto negocios en los portales de las casas, como pequeñas cafeterías o kioscos de sandwiches, pasteles y pizzas. Aunque también ha habido experiencias frustradas, en muchos casos, ante la imposibilidad de afrontar los nuevos impuestos.

Según las previsiones del Gobierno, 1,8 millones de cubanos -de los cinco millones que conforman la fuerza laboral de la isla- pasarán a formar parte del sector privado en los próximo cuatro años. En este proceso de "adelgazamiento" de las plantillas estatales, el plan inicial marcaba que 500.000 personas serían despedidas de sus puestos de trabajo a lo largo de este año, sin embargo, se están produciendo retrasos, por lo que Raúl Castro ha instado recientemente a revisar el "cronograma". Muchos analistas interpretan esta desaceleración del proceso de despidos a que el sector privado aún es muy limitado y no puede absorber a parte de los desempleados estatales.

Simbolismo

Cincuenta años de Revolución socialista

La cita partidista tiene en esta ocasión un simbolismo especial, al coincidir con el 50 aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución Cubana y la victoria sobre la invasión de Playa Girón. Para celebrar esta fecha tan señalada, el cónclave se inaugurará con un desfile militar y cívico en la Plaza de la Revolución de La Habana. Asimismo, será el primer congreso en el que Fidel Castro, de 84 años, no estará al frente del PCC y es que, aunque sigue figurando en la web del partido como el primer secretario, el líder de la revolución anunció recientemente que había renunciado a todos los cargos de la isla.

Durante el encuentro, se elegirá a una nueva cúpula directiva y se prevé que Raúl Castro, de 79 años, asuma oficialmente de manos de su hermano la jefatura del Partido, considerado el cargo más importante del país. Aunque el eje es la economía, el Congreso debe elegir al Comité Central, de unos 100 miembros, entre ellos el selecto Buró Político y el Secretariado, órganos del PCC encabezados por Fidel y Raúl Castro desde que se fundó el partido en 1965.

En ese sentido, se espera que el cónclave dé algunas pistas sobre el relevo generacional que deberá darse en poco tiempo, porque, como señaló recientemente Raúl, es "ley de vida".

En su agenda incluyó la aprobación de la tesis, resoluciones y la Plataforma Programática del Partido, que fueron ratificadas por los cubanos en un acto masivo en la Plaza de la Revolución de La Habana. Según quedó establecido, el PCC es garante de la "unidad revolucionaria" y su objetivo final es la construcción del comunismo. Fue elegida la cúpula directiva del partido.

Raúl Castro fue el encargado de inaugurar este Congreso. Como en el anterior, se discutió la situación económica y las causas de su "deterioro", con una llamada a "sobrecumplir y no incumplir". Los hermanos Fidel y Raúl fueron ratificados como dirigentes del secretariado y se acordó ampliar la composición del Buró Político de 13 a 16 integrantes.

Ese año, el Congreso analizó aspectos como la "lucha ideológica", la educación comunista, la enseñanza, la cultura y las tareas de la defensa y su preparación "para la guerra de todo un pueblo". Su informe fue calificado de "crítico" y "objetivo" con el trabajo realizado en el quinquenio previo, al tiempo que se destacaron los logros del desarrollo económico y social de Cuba.

Calificado por Fidel Castro como "Congreso en armas", se celebró en Santiago de Cuba en medio de la crisis por la desaparición del bloque socialista. El eje central fue el impacto causado en Cuba por la caída del campo soviético. Se presentó la situación del "periodo especial", como se llamó al periodo de crisis económica, y se debatió sobre la entrada de creyentes en el PCC.

Se analizó la evolución de la economía desde 1991 y su recuperación tras la crisis de inicios de los 90. Las conclusiones dieron prioridad a la "propiedad estatal socialista" y dirigieron el crecimiento económico hacia sectores como el turismo y la producción del azúcar, níquel, tabaco y pesca. Se suscribió una resolución que resaltó que la revolución es "una sola" y el PCC "el partido de la unidad".