HOY se cumple el undécimo aniversario de un atentado que abrió una profunda herida en la política y la sociedad alavesas: el que una fría tarde de febrero segó las vidas de Fernando Buesa y su escolta, Jorge Díez.
El delirio macabro de una ETA enfurecida por la ruptura del Pacto de Lizarra borró de un plumazo sus esperanzas. Su presente y su futuro. Pero lo que no pudo borrar es el indeleble recuerdo que el dirigente socialista dejó en quienes compartieron con él discrepancias y acuerdos.
Por eso, DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA ha querido recuperar la memoria del trabajo que compartió con algunos de los más destacados políticos que coincidieron con Buesa en el ejercicio de sus diferentes responsabilidades. Adversarios, y sin embargo amigos, que refrescan la memoria del tiempo que compartieron con el dirigente socialista y que recuerdan aquellos años con una mezcla de nostalgia, pena y orgullo por la Euskadi que entre todos dibujaron dando una idea de la talla del ser humano que la sinrazón se llevó por delante hace ya once años.
las ideas
Elogio de la discrepancia firme y serena
Todos aquellos que han querido compartir con este diario el recuerdo que les dejó el paso de Fernando Buesa por sus vidas y por la escena política vasca coinciden en describir a un hombre firme en sus convicciones, pero inteligente, locuaz, y siempre dispuesto a entablar un diálogo constructivo y franco.
Éste es el caso de José Antonio Ardanza, el lehendakari que contó con Buesa para confeccionar el Gobierno Vasco construido a partir del pacto PNV-PSE, en el que trabajó codo con codo con los dirigentes abertzales como vicelehendakari segundo y consejero de Educación.
La estampa que dibuja es la de un hombre "hábil" con la palabra que siempre defendió sus ideas "con firmeza, pero desde el respeto a las de los demás". "Desde la discrepancia, lo cierto es que nos llegamos a entender muy bien", recuerda.
Desde el otro lado del abanico político, el exdiputado general de Álava, Ramón Rabanera -que coincidió con Buesa ya de niños en el colegio de los Marianistas de Vitoria- es de la misma opinión. "Siempre fue un gran orador. Un negociador duro y valiente pero que nunca ofendía y que siempre cumplía con su palabra".
Rabanera recuerda con nostalgia las interminables comidas en las que las cúpulas de PP y PSE hacían "saltar los vasos de la mesa por el fragor del debate" hasta llegar al acuerdo que después se reflejaría en el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación Foral de Álava. "Añoro aquellos tiempos de respeto y rigor en la disputa política", confiesa.
Estanislao Agirre, exjuntero de Eusko Alkartasuna que coincidió con Buesa en las Juntas Generales de Álava durante la tercera legislatura, recuerda cómo le ayudó en sus primeros pasos: "Yo era por aquél entonces un poco un aventurero político, pero a Buesa se le veía otra formación que le daba una visión y una finura política que le convertían en un gran adversario. Discrepábamos, claro, porque teníamos ideas diferentes. Pero era un hombre muy equilibrado, capaz, serio, inteligente. Un gran político que siempre discutía desde un plano lógico, huyendo de discursos vacíos y peleas inútiles".
De la misma opinión es José Luis Ainsua, que ejerció como diputado alavés de Juventud por la extinta Unidad Alavesa, y actualmente se encuentra encuadrado en las filas de UPyD, al recordar a un hombre con quien compartió "cenas y jaimas" en sus visitas al Sáhara como miembros de la comisión parlamentaria.
Ainsua coincide en destacar que Buesa ha sido "uno de los dos mejores oradores" que ha conocido a lo largo de su larga carrera política. "Su facilidad verbal era admirable, especialmente a la hora de explicar las cosas de una forma muy llana y entendible por todo el mundo". "Era muy difícil enfadarse con él. Pese a lo muy aseverante que era en la defensa de sus posiciones, entendía la política desde lo humano", subraya antes de recordar cómo su adversario "echaba una mano siempre que podía para consensuar propuestas entre diferentes partidos". Para reflejar este espíritu, recuerda cómo "antes de entrar en UA, cuando yo aún era parlamentario de EB, ellos gobernaban con el PNV. Y recuerdo cuánto ayudó a que se admitieran nuestras propuestas durante el debate de la Ley de Exclusión Social".
Por último, el exlíder de Ezker Batua, Javier Madrazo, también coincide en subrayar que "Fernando era un hombre serio, riguroso, fiel a sus principios". "Sabías que no te traicionaría", dice coincidiendo con Rabanera, antes de evocar que, aunque en cierto modo pudiera resultar "distante", en el trato corto "era un gran conversador, con capacidad de escuchar, empatizar y negociar".
la tragedia
Una visión personal
La elogiosa figura que describen los que fueron sus adversarios y sus compañeros en la arena política deja paso al dolor cuando sus voces abordan la memoria que guardan del fatídico día de su asesinato.
Todos recuerdan con exactitud dónde estaban en aquél momento, cómo se enteraron y qué hicieron a continuación. Y en los relatos de todos ellos asoma la dimensión de la huella que les dejó aquel atentado.
"Fue un momento muy duro" coinciden en subrayar todos. Pero dejando atrás las lágrimas que se vertieron entonces, y el "mal sueño" que muchos, como Madrazo, esperaban que hubiera sido, prefieren evocar al compañero que guardan en sus memorias. "No puedo evitar recordarle como un hombre pegado a su gabardina y a su barba. Alegre y divertido. Recuerdo durante cuánto tiempo nos reímos de lo que me pasó la primera vez que entré al Parlamento Vasco cuando yo, que era un hombre bajito y sin corbata, entré tras él, que tenía aquella percha de parlamentario, y tras cuadrarse ante Fernando, el ertzaina de la garita me paró y me dijo: ¿pero usted a dónde va?", evoca Ainsua.
consecuencias políticas
El epicentro de un gran terremoto
El asesinato que desgarró las vidas de quienes querían a Buesa y a quien también murió intentando protegerle del mordisco de la violencia en cumplimiento de su deber, además de escribir una página más del relato del dolor que ha sacudido durante años esta tierra, generó un terremoto que sacudió el escenario político vasco pero también muchas conciencias individuales.
"Los días posteriores al atentado fueron duros, tristes y tensos. Estás en política para desarrollar un trabajo que queríamos que fuera noble, y ves que hay quienes pierden la vida por hacerlo. Es un golpe bajo que realmente hace que te lo replantees todo", rememora el ex representante de EA.
Pero en lo estrictamente político, el 22 de febrero del año 2000 también supuso un importante punto de inflexión en las relaciones entre los partidos. Así lo reconocen Rabanera y Ardanza, que coinciden en que aquel atentado abrió "una sima" entre abertzales y constitucionalistas.
El dirigente popular recuerda cómo unió a "las bases de PP y PSE", abonando un entendimiento que se proyecta sobre nuestros días.
"No hay duda de que marcó un antes y un después en el que, tras la ruptura del Pacto de Lizarra desaparecieron todas las expectativas de que se pudiera reconducir el entendimiento con ese mundo. Además, abrió una sima en las relaciones que históricamente habíamos mantenido PNV y PSE hasta llegar a quebrarla", resume el lehendakari Ardanza.
presente y futuro
Su legado, ante la situación política actual
Además de buenos recuerdos, su trayectoria también dejó un legado ideológico que ahora se proyecta sobre el contexto actual. Todos se muestran cautos al hacer estas proyecciones, aunque sí intuyen cómo Buesa podría afrontar la etapa que ahora se abre en el País Vasco; siempre desde su "alto nivel de exigencia", pero también desde su condición de "hombre de diálogo".
Para Ardanza, "Fernando estaría hoy feliz, como creo que lo estamos todos los demócratas, de ver cómo se acerca el final de ETA tras haberle visto causar tanto sufrimiento".
Para Rabanera, "sería muy exigente", aunque teniendo en cuenta que en los últimos tiempos "han cambiado algunas cosas", no se atreve a ir más allá en sus hipótesis.
Pero, si bien coinciden también en recordar lo alto que Buesa mantenía el listón de la "exigencia", los exportavoces de EA, EB y UA anteponen a ella su vocación de diálogo. "Él era partidario de dar oportunidades a que todo esto se solucione, porque quería ver consolidadas en Euskadi el orden y la paz", asegura Agirre que, por ello, cree que "ahora estaría en la linea del PSE que defiende que este momento hay que aprovecharlo". Igualmente, Ainsua, intuye que "como el hombre de diálogo que era hubiera estado de acuerdo con la postura que tomó la pasada legislatura el Gobierno de entablar negociaciones para que ETA dejara las armas" y ahora apostaría por que la vía "política podía traer soluciones más completas y menos gravosas para la sociedad". "Tengo la convicción de que Fernando viviría este momento con la misma ilusión y expectación que el conjunto de la ciudadanía. Lograr la paz, la normalización política y la reconciliación social eran para él un objetivo prioritario", y por eso "pienso que en este contexto habría actuado con altura de miras", concluye Madrazo´.