oCURRIÓ hace un año. El Gabinete López cumplía su sexto mes sin haber presentado su programa. Hasta entonces había argumentado que era el acuerdo suscrito entre PSE y PP. La oposición, toda, le recordó que ese pacto ideológico no era homologable a un programa, que debe recoger unos objetivos, unos plazos y las medidas que se piensan adoptar para alcanzarlos.

Un poco de memoria

El tiempo pasaba en dirimir si había o no programa de Gobierno más allá de las decisiones espectaculares sobre retirada de pancartas, cambios en el mapa del tiempo, quitar ikurriñas de los buzos de los ertzainas y demás zarandajas. Eso que Mendia llama "cuestiones identitarias". Llegó el 17 de noviembre de 2009. Aquel día en Consejo de Gobierno quedó aprobado el calendario legislativo, que era lo que más se parecía a un programa sin serlo.

Idoia Mendia, afirmó: "Con este calendario el Gobierno Vasco retoma, después de muchos años sin hacerlo, la sana y democrática costumbre de enviar la Parlamento su programa legislativo para que la Cámara pueda realizar mejor la labor de control del Ejecutivo, función esencial" en democracia". Ahora, admitido el incumplimiento del calendario por la propia Mendia, sólo cabe decir que López ha tomado, por usar sus palabras, una "insana y poco democrática" costumbre para que la Cámara pueda realizar "peor" la labor de control. Ésa ha sido una de las primeras quejas de la oposición: si el Gobierno no trabaja, nosotros no podemos controlarle. Es decir, el país parado porque el Gobierno pecó de optimismo.

Seguía Mendia alabando ese calendario como "la expresión más clara de que el Gobierno lleva una acción política planificada, coherente y coordinada". Hoy tendría que admitir que su política es improvisada, incoherente y descoordinada.

Falta de experiencia

Pero lo más sorprendente ha sido que el Gobierno apele a su inexperiencia en tareas ejecutivas para explicar que en año y medio no hayan sido capaces de aprobar 20 de las 24 leyes anunciadas y que por ello se han pospuesto, como mínimo, para dentro de seis meses.

La razón aducida lo explica todo, es verdad, pero deja en muy mal lugar al Gobierno. Parece increíble que un partido que ha gobernado antes, lo sigue haciendo en otras instituciones importantes y ha sido durante años el primer partido de la oposición, desconozca lo que se le supone para acceder al poder. Hoy, la ciudadanía se pregunta qué sabe este Gobierno si no sabe cómo se tramita una ley.

Si en año y medio no han sido capaces de adquirir experiencia gubernativa, por qué vamos a confiar en que la adquieran. No parece que aprendan fácil: no lo hicieron en la oposición y tampoco lo están haciendo en el Gobierno.

Futuro

El panorama no es muy alentador. Haciendo cálculos nos ponemos en mayo-junio de 2011 para ver el alumbramiento de las primeras leyes atrasadas. Seguirán los meses inhábiles para su tramitación. Para entonces el Gobierno habrá agotado de largo la primera mitad de su mandato. Se supone que no llegarán todas las leyes a la vez, y las que estaban previstas para 2011 también sufrirán a su vez un nuevo retaso. Este 2010-2011 era, en boca otra vez de Mendia, "el de mayor actividad legislativa" porque dejaba para el final de legislatura cuatro leyes de las 48 previstas.

Quizás se está minusvalorando el perjuicio que el retraso causa en sectores concretos que esperan una adecuación legislativa. Me acuerdo, por ejemplo, del agro vasco. O el fraude para quienes acudieron a votar al PSE esperando un cambio que no llega más allá de los símbolos. Si el Gobierno no gobierna no podrá achacarse a la oposición, porque López goza de mayoría absoluta gracias a su pacto con el PP.

Si la inexperiencia para tramitar leyes se convierte, a sus ojos, en una excusa aceptable, cualquier cosa puede pasar con el otro gran reto que tiene por delante: la asunción de una treintena de competencias en un año. Buena parte del trabajo lo tienen adelantado porque es fruto del acuerdo PNV-PSOE, pero sospecho que aquí también se les va a acumular la tarea. Habrá que ver qué nos cuenta entonces Mendia.