SON las 9 de la mañana y Enric Hernández ya está en su despacho del Eixample de Barcelona, donde El Periódico de Catalunya tiene su sede central. Y eso que estas son unas elecciones "sin pasión" en las que, con casi todo decidido, ha quedado poco espacio para el debate. Es jueves y el medio que dirige acaba de hacer público el patrimonio de Joan Herrera, el candidato de ICV. "Por introducir otros elementos de debate, porque la campaña está siendo muy aburrida". En menos de cinco días, todos los candidatos habían hecho públicos sus bienes. Aunque, finalmente, el dato se ha quedado como una anécdota en la campaña de las trivialidades. Será por cuestiones de clase, los candidatos de CiU y del PP fueron quienes presentaron una hucha más llena: 502.000 euros Artur Mas y casi 600.000 Alicia Sánchez Camacho. Montilla, en sus últimos días en la Generalitat, no pasa de los 365.000.

"Hay una sensación extendida en el centro derecha de que vuelven a gobernar los nuestros", explica Hernández, que accedió a la dirección de El Periódico a principios de este mismo año. Nacido hace 40 años en Tarrassa, ha pasado por las redacciones del diario Avui, El Periódico de Catalunya, El País (donde ejerció como director adjunto) y, nuevamente, vuelta a la casa donde más años ha desarrollado su trabajo. A El Periódico, que diariamente pone en circulación dos ediciones, una en catalán y otra en castellano, siempre se le ha vinculado con el PSC, que ahora vuelve a la oposición. Aunque él defiende una posición menos marcada. Una línea que, como la Unesco cuando los declaró patrimonio de la Humanidad, acompañe a los castellers y al flamenco: "Representamos un abanico muy amplio". Así que el hecho de que gobierne CiU "no nos provoca un gran escándalo", dice, para ironizar con que "estuve como delegado en Madrid durante ocho años de gobierno de Aznar y sigo vivo".

Siguiendo con líderes políticos, actuales, pasados y futuros, entramos en la cuestión del hasta ahora president. "Para muchos, que gobernase Montilla era una usurpación", apunta el periodista. Durante los últimos cuatro años, han sido habituales las referencias a su origen extremeño. "Maragall era de la zona alta de la Diagonal, catalán de raigambre, de izquierda ma non troppo y con cercanías nacionalistas, incluso independentistas, dependiendo del día", explica. En cambio, Montilla era más que un charnego (persona nacida en Catalunya de padre o madre no catalán): era un presidente nacido en Extremadura. "Cuando Montilla llegó al gobierno, se lanzaron mensajes para desacreditarle en función de su origen. CiU había lanzado un mensaje que integraba el orgullo de ser catalán por elección, dirigido a los inmigrantes. Pero eso se demostró que era falaz cuando uno de ellos gobernó y se lanzó la idea de que no es de los nuestros". Hernández puntualiza. "CiU ha tratado de cuestionar la legitimidad del tripartito, y en algo tenía razón: no habían ganado las elecciones".

Esa sensación de accidente del tripartito, de rareza de la historia, es la que se está tratando de potenciar desde el entorno de Mas. Y parece que algo ha calado. Aunque Hernández también llama la atención sobre la incapacidad de PSC, ERC e ICV de transmitir las medidas aprobadas durante estos cuatro años. "Muchas leyes son muy importantes pero no se les ha dado valor". En opinión de Hernández, la letra pequeña de la legislación ha quedado diluida por el ruido de las discusiones entre los socios del Ejecutivo. Y eso que, según sus palabras, el segundo tripartito no se ha convertido en la jaula de grillos con la que se estrenó en 2003. No obstante, Hernández considera que a Montilla le ha faltado "firmeza ante sus socios". Además, su presencia en movilizaciones soberanistas, o su falta de definición ante ellas, le han alejado de un votante tradicional que suele concentrarse en el cinturón de Barcelona y al que la senyera (y mucho menos la estelada) no es un símbolo que consiga atraerle.

un editorial histórica La de Montilla ha sido la legislatura del Estatut. Y eso que el texto, recortado por el TC, ya ha desaparecido del debate público. Pero no hace tanto, hasta los medios de comunicación catalanes tuvieron un papel importante en la defensa del nuevo marco de relación entre Catalunya y el Estado. El Periódico, junto a otras once cabeceras, suscribió un editorial conjunto el 25 de noviembre de 2009 que, bajo el título La dignidad de Catalunya, representaba "una advertencia al conjunto de España". Hernández no se encontraba en la dirección y discrepa. "Esta sociedad tiene muchos matices, y un editorial conjunto no los refleja". En su opinión, esto se podría haber solucionado con "un párrafo conjunto" y que cada uno sumase las diferencias en sus propio texto. La desilusión por el Estatut, la crisis económica y la corrupción son algunos de los elementos de lo que se ha venido a denominar "desafección". Y eso se traduce en urnas más vacías. Por el momento, iniciativas como aquella de hace un año lograron conectar mucho más con la ciudadanía que unos candidatos a quienes cada vez les llegan menos papeletas.