vitoria. Aralar está lejos, a día de hoy, de sumarse al polo soberanista que impulsan la izquierda abertzale tradicional y Eusko Alkartasuna. Tras haber mantenido varios encuentros, tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en Navarra, del intercambio de pareceres entre unos y otros se ha llegado a la conclusión de que hay dos grandes cuestiones en las que el abismo es, al menos a día de hoy, insalvable. Una es su visión sobre la violencia de ETA, que precisamente llevó a la traumática escisión de finales del siglo pasado.
La divergencia de criterios al respecto es por lo tanto evidente, aunque Batasuna esté tratando de superar ahora las barreras psicológicas e ideológicas autoimpuestas frente a ETA durante sus treinta años de existencia, consciente de que no hay otro modo de salir de la clandestinidad que superar esa fase.
La otra cuestión que separa a Aralar y al polo es más novedosa. Los primeros han cambiado el enfoque tradicional sobre el derecho a decidir y ya han planteado la discusión de su punto de vista a Batasuna y Eusko Alkartasuna.
Partiendo del esquema del Pacto de Lizarra, que reunió a agentes políticos y sociales de un amplio espectro ideológico (casi exclusivamente abertzale, eso sí) Aralar pretende sumar al mayor número posible de ciudadanos, sean independentistas o no, en torno a la defensa del derecho a decidir. Y ello ha de lograrse buscando "un mínimo común denominador", según fuentes de la formación.
El proyecto de Aralar cuenta con dos vías paralelas, la institucional y política, por un lado, y la social, por otro. A día de hoy, la primera está claramente delimitada. PSE y PP han firmado una alianza estratégica en la CAV que parte de la deslegitimación de ETA, pero que abarca mucho más allá. Para los constitucionalistas no cabe preguntar a los ciudadanos por un cambio del marco jurídico-político, ni siquiera para responder que no, como ya dejaron claro en Lizarra-Garazi, y se cierran en banda igualmente a abrir el melón del debate sobre cualquier reforma estatutaria.
De momento, Aralar persigue la conformación de una mayoría social "inclusiva" que defienda el derecho a decidir, en la que a día de hoy caben la propia Aralar, Batasuna, EA, Ezker Batua, Alternatiba o el propio PNV, el partido hegemónico en el mundo nacionalista y con más respaldo social en Euskadi. Con esos mimbres, la propuesta de Aralar plantea, desde el respeto a la legislación actual, la reforma del Estatuto de Gernika y del Amejoramiento del Fuero navarro para dar dabida al derecho a decidir.
La formación también apuesta por acompasar el proceso a la realidad social e institucional de los distintos ámbitos geográficos de Euskal Herria, por lo que en Iparralde se buscaría la creación de una institución propia para Lapurdi, Behenafarroa y Zuberoa, hoy bajo la dependencia administrativa del departamento de los Pirineos Atlánticos.
sin "cismas sociales" La idea es que el derecho a decidir sea "una reivindicación social, no sólo una reivindicación nacionalista", como afirman en el documento remitido a la militancia a finales de julio, siguiendo el modelo catalán. El siguiente paso sería emprender un debate para alcanzar un acuerdo con el resto de fuerzas políticas, de tal forma que se llegue a un "acuerdo nacional de mínimos", señala el texto, "evitando cismas sociales" y contando con la opinión, más allá de los parlamentos, de agentes sociales y sindicales.
"Buscamos la unión de todas la personas que defienden el derecho a decidir", afirman desde Aralar, que ha basado su propuesta en la IV ponencia política de la formación, "respaldada por más del 90% de los votos".