Bruselas. Nacionalistas conservadores y soberanistas al norte y socialistas defensores del Estado federal al sur. ¿No es un ejemplo claro de la división?

Lo que está probando precisamente es que es imposible. Los flamencos quieren evolucionar y más competencias mientras que los francófonos y valones temen que esto pueda desembocar en un empobrecimiento de la región. Flandes es la región rica y Valonia la pobre así que hay muchas transferencias de Flandes a los valones. Los francófonos tienen miedo de que una reforma del Estado reduzca esta solidaridad entre ambas regiones.

¿Cree que sus programas de cara a un gobierno de coalición son compatibles?

Si hay una concesión de los socialistas y aceptan una reforma sustancial que desemboque en la transferencia de más competencias a cambio de una política gubernamental más de izquierdas, creo que es posible el compromiso entre el PS y el N-VA. Puede ser a grandes rasgos el acuerdo. Una reforma del Estado que de más competencias a Flandes a cambio de una política federal más de izquierdas.

¿Qué líneas rojas tienen cada uno?

Hay cuestiones que van a ser difíciles de dividir como la justicia o la seguridad social con los beneficios de desempleo, la sanidad, las pensiones y las ayudas familiares. Una reforma sustancial del Estado requerirá una división de la seguridad social, que es lo que los flamencos han estado pidiendo desde los 90 y algo que rechazan los francófonos porque creen que la seguridad social es lo que mantiene unidos a los belgas. Es una posición ideológica. Esta va a ser la gran cuestión. Hasta que punto los francófonos aceptan dividir la Seguridad Social.

¿Y Bruselas?

Es otra de las cuestiones, sí.

¿En qué horizonte cree que habrá resultados teniendo en cuenta el precedente de Leterme?

La última vez perdieron mucho tiempo. No ocurrió nada durante meses. Estuvieron dando vueltas al mismo problema sin resolverlo. Nunca llegaron a negociaciones de verdad hasta la caída del gobierno en abril pasado. Así que, obviamente va a ser una negociación difícil en la que habrá una dura confrontación. Pero espero que el cataclismo se produzca en una etapa muy temprana. Me imagino que intentarán cerrar un acuerdo en verano. Siempre es más fácil con las vacaciones porque los políticos pueden negociar con mayor relajación así que a principios de septiembre podríamos tener gobierno aunque será extremadamente difícil.

El N-VA surgió hace menos de 10 años. ¿Cómo explica su evolución tan espectacular para ser el partido más votado de Bélgica?

No hay que perder de vista que ya había una tradición de partidos nacionalistas. Tenemos al Vlaams Belang, el partido nacionalista de extrema derecha, y la Lista Dedecker. Y, además, el N-VA es el sucesor del Volksunie. Así que no es realmente un nuevo partido. Sus comienzos fueron difíciles porque no llegaron al umbral del 5% de los votos en las elecciones de 2003 pero es increíble cómo han crecido. Primero en coalición con el CD&V, que funcionó como una especie de disparador porque logró impulsar al N-VA a cotas superiores. Una vez que la coalición se rompió, han sabido aprovechar el momento para crecer al 13% el año pasado y duplicar sus resultados en las últimas hasta el 27%.

Bart De Weber ha dicho que no está interesado en ser primer ministro de Bélgica pero que quiere la reforma del Estado federal. ¿Qué significa ceder la presidencia, el máximo premio en unas elecciones, en una Bélgica que quiere ver evaporarse?

Esa es la cuestión, que no es el primer premio porque Bélgica se está evaporando como Estado-nación así que los flamencos ya no lo consideran el mejor premio. También es significativo que durante la campaña electoral el político más popular no era Bart De Weber sino Kris Peeters, el primer ministro del Gobierno flamenco. En circunstancias normales y si se tiene el cargo de primer ministro de Bélgica como mejor premio, Kris Peeters, como el político más valorado del partido más importante del país (CD&V), tendría que haber concurrido a las elecciones pero no lo hizo. Dijo que no estaba interesado en convertirse en primer ministro de Bélgica y que estaba feliz de ser primer ministro de Flandes. Esa es la función política más prestigiosa, ser primer ministro de Flandes. En cambio, ser primer ministro de Bélgica es visto como un puesto más problemático que prestigioso. Y es muy significativo porque es sintomático del declive de Bélgica como Estado-nación.

Los nacionalistas hablan de evolucionar hacia una confederación. ¿Qué posibilidades tiene este modelo?

Creo que una conferederación plena, como pide el N-VA, es algo muy difícil. Supone abolir el Parlamento federal como órgano legislativo elegido directamente. Sólo quedarían los Parlamentos flamenco y francófono que formarían gobiernos separados y estos dos gobiernos formarían un gobierno confederal en lo que sería una elección indirecta del gobierno. Creo que será muy difícil porque significa verdaderamente desmantelar Bélgica en dos estados soberanos distintos, que colaborarían sobre la base de un tratado constitucional. La Constitución tendría que desaparecer y transformarse en un tratado constitucional.

¿Hay preocupación por la escisión?

En Valonia y Bruselas hay una sensación de miedo a que Bélgica desaparezca. Algunos colegas en Valonia dicen que por este miedo a la escisión es por lo que tantos votantes se han decantado por el partido socialista, para formar un frente con el partido dominante. Pero lo más significativo de todo es que en Flandes no hay ningún partido que se haya echado al hombro la defensa de la causa belga. Hay partidos marginales pero no partidos relevantes que hayan hecho campaña por la bandera belga. Todos los partidos flamencos, hasta el partido ecologista que es el más belga de todos, quieren más autonomía y quieren una Flandes con más competencias. Así que no hay polarización como ocurre en el País Vasco entre los nacionalistas vascos y los nacionalistas españoles.

Los mensajes de la prensa francófona y gran parte de la prensa internacional y especialmente la española son de caos y división. ¿Sigue demonizándose a los partidos que exigen más descentralización?

Temen que se produzca un efecto dominó y que si Flandes se convierte en un Estado miembro de la Unión Europea después Cataluña, el País Vasco, Escocia.... vengan después. En mi opinión la UE hace más fácil a estas subentidades convertirse en Estados separados porque las políticas de escala están cada vez más en el ámbito europeo. Tener políticas de escala a nivel económico hace más fácil a los estados convertirse en más pequeños. Antes en la UE había que mantener los Estados grandes para crear beneficios a escala. Se necesitaba una moneda fuerte... En el pasado podía haber muchas desventajas de convertirse en un país pequeño pero esto ha desaparecido por la UE. Así que cuanto más integrada esté la UE más tendencia habrá hacia estados pequeños.

El escenario europeo con las sucesivas ampliaciones ha cambiado.

La UE se tendrá que enfrentar a este problema. Si no es Bélgica será en Escocia, Cataluña, el País Vasco o en un país del Este. Es una ilusión pensar que la configuración actual de los países va a durar para siempre. Es estúpido. Si miras la historia ves que la configuración ha cambiado constantemente y que estos movimientos son un modelo normal en la historia y que habrá que lidiar con este problema si no hoy mañana.

Parece que en Bélgica han superado ciertos tabúes y que se habla libremente del modelo político. ¿Es un síntoma de madurez política?

Es algo que ha cambiado. Era un tabú hasta finales de los noventa, principios de este siglo. Pero ha cambiado por el N-VA. Hasta 2004 sólo teníamos un partido realmente separatista que era el Vlaams Belang pero es un partido xenófono, racista, de extrema derecha así que el separatismo estaba muy estigmatizado y era extremista. Con el N-VA se ha convertido se ha convertido en respetable. Y el hecho de que el separatismo se haya legitimado hace que sea más fácil utilizarlo como arma en las negociaciones.

Al contrario que en el País Vasco...

Sí pero en el País Vasco hay terrorismo. Es similar a lo que teníamos cuando se asemejaba el separatismo con la extrema derecha. Es un estigma. Se asocia separación con terrorismo, salvando las distancias. También fue utilizado en Bélgica para estigmatizar a los separatistas con el argumento de que todos los separatistas son racistas.