bagdad. Al menos 56 personas murieron ayer en una ola de atentados ocurrida en zonas chiíes de Bagdad, muchos de ellos cerca de mezquitas, y otras ocho fallecieron en atentados ocurridos en la provincia de Al Anbar, en el oeste predominantemente suní del país, lo que eleva la cifra a al menos 64 víctimas mortales. La ola de atentados se produce días después de que el Gobierno anunciara la muerte de Abu Ayyub al Masri y Abu Omar al Baghdadi líder de Al Qaeda en Irak y de otro grupo afín a esta organización terrorista.

Un total de trece explosiones sacudieron distintas zonas de Bagdad hacia la hora de la oración, en su mayoría cerca de mezquitas chiíes y en un mercado, según informó el Ministerio del Interior. Tres de las bombas tuvieron como objetivo a los fieles congregados en el exterior de la oficina principal del clérigo radical chií Muqtada al Sadr en el barrio de Ciudad Sadr y en ellas murieron 39 personas y otras 56 resultaron heridas. En otro de los atentados, once personas murieron por la explosión de un coche bomba y por un terrorista suicida cerca de la mezquita del distrito de Al Ameen, en el sureste de la capital. Además, cinco personas murieron por la explosión de otra bomba cerca de una mezquita en el barrio de Al Hurriya, en el noroeste, según la Policía.

Los ataques, hacen surgir nuevamente el temor de un resurgir de la violencia después de que las elecciones generales del pasado 7 de marzo no dieran un ganador claro y dejaran un vacío de poder que los insurgentes podrían explotar.

"Esto son actos de venganza que buscan enviar un mensaje al Gobierno iraquí y al mundo de que la existencia de Al Qaeda no se verá afectada por la muerte de líderes concretos", opina Hameed Fadhel, analista político de la Universidad de Bagdad. "Quieren decir que siguen estando aquí", subrayó el experto.

Horas antes, siete miembros de una familia habían muerto en una serie de explosiones en Jalidiya, localidad en la provincia de Al Anbar, 83 kilómetros al oeste de la capital. Además, un agente falleció intentando desactivar una bomba y otras diez personas resultaron heridas, entre ellas dos policías.

Esta provincia, predominantemente suní, había estado relativamente tranquila desde que los líderes tribales empezaran a revelarse en 2006 a los grupos islamistas suníes como Al Qaeda que previamente la habían dominado, si bien los insurgentes siguen operando en la vasta provincia desértica.

En su conjunto, la violencia en Irak ha disminuido en los dos últimos años, pero la tensión se ha incrementado tras los comicios del mes pasado. El bloque del primer ministro, el chií Nuri al Maliki, quedó en segunda posición tras una alianza aconfesional respaldada por la otrora dominante minoría suní.