vitoria. La Unión de Guardias Civiles denunció ayer la situación de inseguridad en la que trabajan los agentes en Euskadi como consecuencia de la falta de medios para combatir el terrorismo. La queja de la asociación se centró en los cuarteles, "auténticas ratoneras" que precisan de importantes inversiones para contar con unas mínimas garantías de seguridad.
Así lo aseguró el vicesecretario de general de la Unión, Ramón Rodríguez, quien afirmó además que los guardias "realizan sus servicios en condiciones infrahumanas" por esa "carencia de medios".
A esa inseguridad en las casas cuartel , objetivo habitual de ETA, como prueban los atentados contra las instalaciones de Durango o Legutiano, se suma el miedo de los agentes a sus propios jefes. Según la Unión de Guardias Civiles, los superiores interpretan el régimen disciplinario "desproporcionadamente", hasta el punto de considerar "un abandono del servicio el llegar cinco minutos tarde al mismo".
"Los hay que tienen más miedo a sus mandos que a los terroristas", afirmó Rodríguez, quien puso como ejemplo de los supuestos excesos de los superiores el puesto de Eibar, donde 19 guardias denunciaron a su jefe de unidad el pasado mes de junio por "amenazas, coacciones, abuso de autoridad o uso del chófer para desplazamientos privados". Una semana después de la presentación de la denuncia, un agente se suicidó tras mantener una conversación "con el jefe de unidad". En ese puesto de Eibar el absentismo "ha llegado a ser disparatado", con cinco guardias trabajando de un total de 28, y ni la Comandancia de Gipuzkoa ni la Dirección General del cuerpo han atendido las quejas de los agentes.
Según la Unión de Guardias Civiles, los mandos vulneran la norma de previsión de servicio, según la cual los agentes deben conocer sus libranzas del mes una semana antes de que comience. "No pueden hacer planes en su vida", criticó Rodríguez, que compareció en la sede de UGT de Bilbao junto al secretario general de la Federación de Servicios Públicos de la central, Luis María Martínez. "La situación es lo suficientemente crítica como para que encima haya un rigor excesivo a la hora de reprimir determinadas conductas", lamentó.