vitoria. Ciudad Juárez, la urbe más peligrosa del mundo, sigue acumulando récords. Hoy en día, se ha convertido en el laboratorio de los horrores más sangriento de México. Los últimos tres años de combate al narcotráfico han dejado 10.000 huérfanos y ha provocado el éxodo de 60.000 familias a la vecina El Paso, Texas. La violencia ha llegado a tal punto que en Ciudad Juárez ya todo es posible. Uno puede llegar a encontrarse un muerto colgado en la ventana de su casa; tiroteos entre narcos y militares en plena calle, y hasta un domicilio con el cartel "prohibido tirar cadáveres o basura" colgado de la entrada del jardín.

Y aunque parecía imposible, el pasado domingo, la crueldad escaló un nuevo peldaño, cuando sicarios del narcotráfico provocaron una matanza estudiantil. Durante una fiesta de cumpleaños, los asesinos separaron a las chicas, sacaron a los chicos al patio y los ametrallaron. La Policía encontró 10 cuerpos y más de 150 casquillos. La mitad de otros 12 heridos graves murieron en el hospital.

A 700 kilómetros de allí, en Torreón, Coahuila, otro grupo de sicarios llegó en tres vehículos y disparó indiscriminadamente a un bar hasta dejar 12 muertos.

Estos dos sucesos han convertido a enero en el mes más sangriento del sexenio de Felipe Calderón. El inicio de 2010 ha dejado 933 muertos, 327 de ellos en Chihuahua. Desde que comenzó la guerra contra el narcotráfico en 2006, sólo diciembre de 2008 se ha acercado a esta cifra, con 842 muertos. Un dato que tiene al gobierno mexicano, que acaba de superar el ecuador de su mandato, contra las cuerdas.

Estas cifras tienen pocos paralelismos en el mundo, incluso entre naciones con conflictos armados. A nivel nacional, México tiene una tasa de asesinatos menor a la de otros países como Venezuela o Colombia. Sin embargo, ninguna urbe supera la violencia que se registra en Ciudad Juárez. Desde el Medellín de los años 90, dominado por el capo Pablo Escobar, no ha existido otra urbe más castigada por la narcoviolencia hasta la Ciudad Juárez de hoy en día.

Con más de 16.000 efectivos militares y policiales desplegados por sus calles, la ciudad fronteriza registró el año pasado 1.600 asesinatos, la mayoría provocados por enfrentamientos entre bandas de narcos. Los cárteles se han salido de control y en la última década su lucha por las rutas de la droga hacia Estados Unidos se ha recrudecido hasta alcanzar niveles de violencia cada vez más sangrientos. Decapitaciones, desmembramientos, ataques con granadas y explosivos, ejecuciones son cada vez más habituales en la extensa frontera entre Estados Unidos y México, de 3.326 kilómetros.

En este sentido, legisladores, portavoces empresariales y organizaciones no gubernamentales han denunciado esta semana "el estado de excepción impuesto por las bandas del narcotráfico". Hablaron, incluso, del envío de una misión de paz de cascos azules para restablecer el estado de derecho y el orden. Mientras, el presidente mexicano reconoció el viernes, por primera vez, que "no basta el despliegue y la presencia del Ejército y la Policía Federal" para detener la violencia y prometió iniciativas sociales que "ayuden a disminuir y a prevenir el delito".

La guerra contra las drogas que se libra en las calles de las ciudades fronterizas está limitando los ámbitos de libertad de la población. "Estamos expuestos a una inseguridad desmedida y, al mismo tiempo, nos someten a cacheos domiciliarios, a retenes policiales y militares. Nuestro temor se justifica porque cada vez hay más armas circulando por las calles, más secuestros, más violaciones a los derechos humanos, más impunidad", explica José Manuel Valenzuela Arce, doctor en sociología e investigador del Colegio de la Frontera Norte.

Esto ha provocado que miles de empresarios abandonen Ciudad Juárez en los últimos dos años. Muchos fueron secuestrados o padecieron extorsiones de los cárteles, quienes exigen miles de dólares cada mes para permitirles operar en la ciudad. Mientras, quienes se han visto obligados a quedarse en Ciudad Juárez han tenido que adaptar su vida a la supervivencia en el foco más peligroso del planeta.