l ser humano, al contrario que a los cangrejos, se le presupone la capacidad de caminar hacia delante y no de lado o hacia atrás. Sin embargo, las evidencias nos muestran una y otra vez que eso no siempre es así y que tiende a quedarse atascado y a cometer los mismos errores, aunque estos sucedan en un contexto diferente. Así lo ratifica el preocupante informe recientemente publicado por la ONG Save the Children y que ha titulado No es amor. Según sus datos, una de cada cuatro adolescentes de entre 16 y 17 años ha sufrido violencia psicológica o de control por parte de sus parejas. Con todas las herramientas con las que hoy en día cuentan los jóvenes y que no existían hace unas décadas, la realidad es que siguen cayendo en los mismos vicios de antaño, con la diferencia de que ahora son menos visibles que cuando estaban aceptadas socialmente, lo cual no evita que sean igualmente nocivos. Se habla de actitudes como controlar el móvil y las conversaciones de la pareja, decirle qué puede y qué no publicar en redes sociales o cómo debe vestirse. Un desgaste psicológico constante que solo unas pocas denuncian, mientras que un 20% de los varones de entre 15 y 29 niega la existencia de la violencia de género. Algo estamos haciendo mal.