adrid no es una serie de Netflix", replicó Mónica García a Pablo Iglesias. Quizá no lo sea, pero no cabe duda de que se ha convertido en un tablero de Risk. Las elecciones del 4 de mayo tienen su lectura principal en esa clave. Isabel Díaz Ayuso aprovechó el terremoto de las mociones de censura de Murcia y Castilla y León para sacudirse a un socio incómodo y rentabilizar electoralmente el declive de los naranjas. Y el PP se ha lanzado a reunificar el fragmentado espacio de la derecha. Madrid es la plaza clave. De ahí, al Congreso. Los 26 escaños de Ciudadanos -cuya continuidad en la Asamblea se ve en peligro- son la pieza de caza de estas elecciones. ¿Cómo si no interpretar la afirmación de Ángel Gabilondo de que no pactará con "este Pablo Iglesias"? Iglesias, a quien Ayuso hace un favor situando el terreno de juego en términos binarios, "comunismo o libertad", obviando que Unidas Podemos parte como sexta fuerza de la Cámara, muy por detrás de Más Madrid. Iglesias coge el guante de ese escenario binario y polarizado que lo erige en líder de la bancada izquierda y en némesis de Ayuso -PP y UP son los que más suben en las encuestas-, mientras el PSOE mira hacia el centro, con la incógnita de cómo afectará el sainete madrileño a La Moncloa. Aunque la gran duda es hasta dónde llegará la abstención y cómo impactará en cada partido.