istos y contrastados los antecedentes -algunos de ellos, muy recientes-, resulta difícil disociar la grandilocuente presentación realizada ayer por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, sobre su plan de acción con cargo a los fondos de recuperación europeos frente a la crisis causada por el covid-19, de la campaña electoral en la Comunidad de Madrid, que arranca en apenas cuatro días. La apuesta de Sánchez por involucrarse muy directamente en la batalla madrileña está llevando al nada inocente juego de condicionar la acción de gobierno al escenario electoral. Abundando en esta constatación, las líneas maestras que trazó el presidente de su Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia vuelven a plantear -una vez más- serias dudas sobre sus intenciones reales y su constante recurso a la vía unilateral, despreciando el diálogo y los necesarios mecanismos de cogobernanza. Presentado como un “nuevo plan Marshall” dotado con los 140.000 millones que recibirá el Estado español de Bruselas, Sánchez definió su borrador -que hoy detallará en el Congreso de los Diputados- como el proyecto “más ambicioso y trascendental” y “la mayor oportunidad para España desde su entrada en la UE”, en 1986. Más allá de las palabras, y a falta de mayor concreción, resulta obvio que las inversiones y ayudas deben estar dirigidas a las necesidades reales del tejido económico, social y empresarial. La CAV, en ese sentido, ya ha hecho sus deberes y ha planteado, tras un análisis riguroso y contrastado con los diferentes agentes, su proyecto Euskadi Next, pegado a la realidad vasca. La gestión de los fondos europeos, tanto en su vertiente de ayudas directas como los destinados a préstamos, deben -como ha recalcado expresamente la Unión Europea- ser acordados con las comunidades autónomas, en especial con las que, como la CAV y Nafarroa, cuentan con competencias en materias estratégicas como industria, energía, medio ambiente, vivienda..., están en contacto directo y conocen la realidad y los planes de las empresas y tienen preparados y fundamentados proyectos propios para la recuperación. Sánchez no puede ignorarlo y convertirse en el presidente con mayor dificultad para entender lo que significa un Estado autonómico y la cogobernanza en la Europa del siglo XXI.