a segunda vuelta de las elecciones municipales en el Estado francés, celebradas el pasado domingo para 16,5 millones de votantes en cinco mil municipios, ha dejado dos evidencias que ya se apuntaron en la primera ronda del 15 marzo, cuando treinta mil localidades eligieron alcalde, y que podrían tener reflejo en otros comicios a celebrar -entre ellos los vascos- fuera del Hexágono: la altísima abstención y el crecimiento notorio de las posiciones ecologistas. La primera de ellas, la escasa afluencia a las urnas, del 40%, cinco puntos inferior a la primera vuelta celebrada un día antes de que Emmanuel Macron decretara el estado de alarma y por tanto con el temor al coronavirus en alza, no se debe achacar en todo caso únicamente a este motivo. El récord de abstención en la historia de las municipales galas tiene detrás una confluencia de ese miedo con la retirada de electores cuyos candidatos no accedieron a segunda ronda y con el desencanto de gran parte de votantes de partidos tradicionales que provocó la eclosión política de Macron en 2017, asimismo desencantados hoy con el desempeño similar de este desde el Elíseo. Que, en tres años de presidencia, Macron haya dilapidado aquel gran apoyo electoral y, sobre todo, el fundamento de esperanza en que cambiaría las cosas que lo impulsó, es un precedente a tener en cuentar por quienes, como Pedro Sánchez, accedieron al poder y lo ejercen con notorias similitudes. La segunda evidencia, el resurgir de las posiciones ecologistas, tampoco es patrimonio francés, ya antes se ha producido en Alemania o Gran Bretaña, pero el triunfo de Europe Écologie-les Verts, que estarán en el gobierno de las tres principales ciudades de Francia -en París aliados con Anne Hidalgo, en Lyon y en Marsella- y dirigirán asimismo Grenoble (única alcaldía que ostentaban), Estrasburgo, Burdeos, Besançon, Poitiers... no admite matices. Pese a que la fidelidad del voto verde ha sacado seguramente provecho de la altísima abstención que ha afectado en mayor medida a otras opciones, la preocupación por el medio ambiente, las consecuencias del cambio climático y las políticas a desarrollar al respecto ha crecido exponencialmente en las sociedades occidentales a raíz de la pandemia y marcará el futuro político, también económico, de Europa en la próxima década.