a evidente afección a la economía de la parálisis de actividad productiva consecuencia de la pandemia y el horizonte de incertidumbres que a nivel global dibuja un escenario cuando menos preocupante en relación a las estructuras socioeconómicas en Europa, y entre ellas las de Euskadi, sitúa a nuestro país en una encrucijada muy similar a la que ya afrontó durante más de una década, desde los albores de la transición política (1975) hasta el desarrollo y asiento iniciales de las estructuras de autogobierno (1990). Se trata por tanto de reinventarnos, de reinventar Euskadi de nuevo, de poner en marcha y adecuar la evolución ya diseñada desde las instituciones vascas para esta tercera década del siglo XXI como se hizo, con la herramienta de la entrada en vigor del Concierto Económico en 1981, tras el desastre social y económico provocado por las dramáticas inundaciones que asolaron nuestro país el 26 de agosto de 1983. Pero mientras aquel drama terminó por forzar la remodelación de un sistema económico que se deshacía desde el tardofranquismo, con sectores industriales faltos de competitividad y sin el imprescindible desarrollo tecnológico, especialmente en las industrias siderúrgica, metalúrgica y de bienes de equipo que habían ejercido de tractor económico del país, en esta ocasión los efectos de este nuevo desastre provocado por la naturaleza que es la covid-19 hallan a Euskadi en mejor disposición frente al reto, como demuestra en los últimos tres meses la disposición y efectividad de nuestros servicios públicos. Si hace cuatro décadas, golpeada a diario por la violencia, con una tasa de paro que llegó al 23,8% y un retroceso de 27 puntos en la renta familiar disponible en términos de compra, con una caída de más de 9 puntos de la participación industrial en el PIB , las instituciones y la sociedad vasca pusieron las bases de desarrollo de la Euskadi precoronavirus que ya superaba la crisis de 2008 (9,7% de paro, referente de la industria avanzada, ejemplo de cohesión social, también de administración presupuestaria...), un nuevo esfuerzo común, basado en nuestras capacidades, desde el autogobierno, es ahora imprescindible. Como hace 40 años, como desde tiempo inmemorial han hecho siempre quienes han habitado nuestro país, toca reinventarnos (en empleo y cohesión social, en sostenibilidad y medio ambiente, en investigación y tecnología, en capacidad de servicio...) para seguir siendo.