os jugadores podrán abrazarse tras meter un gol. Leo la noticia en la prensa digital. No es que la lea exactamente, porque leer requiere una intención de hacerlo, sino que la noticia me salta a la cara, como te saltan hoy en día los anuncios en Internet, como un insecto que se aplasta en la luna de tu coche cuando vas por la autopista. Bueno, pues la noticia me salta a la cara y pienso dos cosas. Una, que vaya gracia me hace que ellos exhiban en prime time sus abrazos cuando yo no puedo abrazar ni a mi madre ni a mis amigas; y dos, que siendo yo una persona a la que no le interesa el fútbol, no sé por qué tengo que saber tanto sobre este deporte. Porque las personas a las que no nos interesa el fútbol, sin darnos cuenta estamos al tanto de si a Messi le duele el tobillo, sabemos que Muniain ha bromeado hoy con sus compañeros en el entrenamiento, nos hemos aprendido los nombres de los estadios de fútbol, soportamos vídeos con futbolistas cantando por una buena causa y nos tragamos medio informativo con noticias deportivas mientras esperamos a la predicción meteorológica. Y todo en un país en el que gran parte de nuestra juventud no sabe quién es el gran Anjel Lertxundi, quien, por cierto, acaba de sacar nuevo libro.

Y como el fútbol, las informaciones de la prensa rosa, los nombres de concursantes de televisión a los que no queremos conocer… se meten por las ventanas de nuestras casas como enredaderas salvajes, nos invaden sin que nadie las llame, sea cual sea nuestra actividad y sean cuales sean nuestros gustos. No hay escapatoria. Ya puedes estar escribiendo una tesis doctoral o un sesudo artículo científico, que a la que te descuidas estás tarareando “qué gustito y qué placer andar en la cocina” imitando la voz de Arguiñano.

Pues eso, que los jugadores podrán abrazarse. Y que tú y yo no. Pero nos dejarán seguir disfrutando, qué gustito y qué placer, de esas cosas que, aunque no nos interesan, alguien ha decidido que son las importantes.