Partiendo de que toda la humanidad, somos en alguna medida, responsables de esta crisis civilizatoria y existencial, ante cualquier acción-reclamación, sería sanador para nuestra conciencia, repasarla, para evitar juzgar en crudo a nuestros “verdugos”, cuando quizás en nuestra envergadura dentro de otra escala de poder... somos su espejo de dominio ante otras criaturas.El que fuera administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) James Gustave Speht, ya a finales del siglo pasado anunciaba: “Las mayores amenazas en el próximo siglo no van a venir de las armas, sino de la sanidad y el medio ambiente”. Pienso que descuidó los matices, al referirse implícitamente a las armas convencionales como elementos de guerra y cambio climático (calentamiento global), como factor multiplicador de fenómenos climatológicos adversos que se dan en: sequías, inundaciones, tsunamis, pérdida de biodiversidad con la desaparición de especies y déficit alimentario que conlleva, etc.Hoy se reafirma en lo dicho hace un cuarto de siglo, pero matiza al reconocer: “Pensé que treinta años de buena ciencia podrían abordar estos problemas.... estaba equivocado, por sólo pensar que los principales problemas ambientales eran la pérdida de biodiversidad, el colapso del ecosistema y el cambio climático. Hoy los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia y la apatía, y para hacer frente a estos retos, necesitamos una transformación cultural y espiritual. Y nosotros los científicos no sabemos como hacer eso”.