El cine tiene la capacidad única de contar quiénes somos: es memoria, es identidad, es emoción compartida. Por eso, esta edición del Zinemaldia es un hito: nunca antes habíamos contado con tantas películas vascas seleccionadas, ni tantas obras en euskera en la Sección Oficial. Este logro nos llena de orgullo, porque demuestra que el cine vasco no solo está vivo, sino que atraviesa un momento de madurez y reconocimiento internacional.
Nada de esto es casualidad. Es fruto de un trabajo compartido y de un sistema sólido. Entre todos los agentes hemos tejido un ecosistema que funciona, que da resultados y que abre camino al futuro. Un futuro en el que el sector audiovisual vasco es y será una herramienta que cuente nuestras historias y nos ayude a transformar el mundo.
Por un lado, estamos las instituciones vascas. Desde el Gobierno Vasco hemos puesto en marcha políticas sostenidas en el tiempo, con una inversión de más de 21 millones de euros en 2025 para acompañar y apoyar a toda la cadena de valor del sector audiovisual vasco. Cabe destacar el papel decisivo de EITB, como socio imprescindible; el de las Diputaciones Forales, que han impulsado un marco fiscal que favorece la creación y la producción en nuestro país; y el papel de las film comissions, en la atracción de nuevos proyectos.
Por otro lado, tenemos talento. Talento made in Euskadi. Disponemos de centros y programas que permiten desarrollar y detectar el talento creativo y técnico. Nuestro país cuenta con una potente industria audiovisual formada por personas con talento en dirección, producción, maquillaje, sonido, fotografía y efectos especiales… y por supuesto, actores y actrices. Un talento que se nutre de nuestras raíces y al mismo tiempo se proyecta hacia el futuro.
Quiero tener un reconocimiento especial para las mujeres en la industria del cine, y también para quienes hacen cine en euskera. Porque en ambos casos se añade una capa que aporta valor añadido a la producción. Tanto la lengua como la mirada femenina poseen su propia narrativa, lo que singulariza cada uno de los proyectos que se desarrollan desde dichas perspectivas. La lengua y el género no son obstáculo cuando el contenido es de calidad, como es el caso del cine vasco en euskera y del cine vasco hecho por mujeres.
Por ello, nuestro cine es, sin lugar a duda, una expresión de autenticidad. Es tradición y vanguardia, ambas de la mano. Desde obras fundacionales como Ama Lur hasta títulos más recientes que se están estrenando este otoño, pasando por una nueva generación de cineastas que han crecido bajo el paraguas del programa Kimuak, del Gobierno Vasco.
Nuestra cinematografía ha sabido crear un lenguaje propio que dialoga con el mundo sin perder su identidad.
Porque Euskadi es precisamente eso: raíces profundas y mirada abierta, proyectada al futuro. Nuestra cultura, nuestro idioma y nuestra manera de entender la vida nos definen y nos cohesionan como comunidad. Y el cine es hoy una de las mejores palancas para proyectar esa identidad al exterior, para contar historias propias o ajenas en un mundo global que busca voces y miradas auténticas y singulares.
Nuestro reto es seguir impulsando y reforzando este ecosistema: seguir apoyando el talento y garantizar que el cine vasco tenga las herramientas para crecer, innovar y llegar aún más lejos. Porque apoyar al cine vasco es apostar por un país más cohesionado, más creativo, más abierto. En definitiva, es apostar por lo que somos y por lo que queremos ser.
Y en ese camino, el cine seguirá siendo una tarjeta de presentación ante el mundo.
Primera vicelehendakari y consejera de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco