Asesor, ChatGPT

Con el auge de las nuevas tecnologías era cuestión de tiempo que la distopía se hiciera titular. Real y, con ello, surrealista y preocupante: “El primer ministro sueco admite que usa ChatGPT para una segunda opinión en sus labores de gobierno” (El País). Asegura que recurre a él “con bastante frecuencia”. Le dejo unos segundos para asimilarlo y voy con las preguntas: ¿Para qué se pagan asesores? ¿Este señor sabe que así está entrenando a la IA y que ésta podría incorporar y divulgar información sensible? Puede parecer inocente, pero los riesgos de seguridad son incalculables ¿Nos hemos vuelto definitivamente idiotas?

El tiro en el pie

Algunas avisamos del fiasco del vehículo eléctrico desde el principio. No había más que escuchar a los expertos y estos lo tenían claro, vaya. Ahora, después de pegarnos un tiro en el pie europeo, vemos que de nada ha servido destrozar el sector, La gente sigue comprando coches de segunda mano, antiguos y diésel. “La caída de las ventas de coches nuevos en los últimos 20 años impide la renovación del parque móvil” (Motor Pasión). ¿Qué ha pasado? Pues que lo de tener coche nuevo está muy bien, si tienes cómo pagarlo. La única pregunta es por qué la Unión Europea parece no tener un Plan B.

Como el medievo

Si no hay para un coche, qué vamos a decir de la vivienda. Pedro Pérez lo analiza así en Merca2: “La crisis de acceso a la vivienda en España está provocando una transformación estructural que está rompiendo el llamado ‘ascensor social’ y generando una nueva forma de estratificación social que recuerda, en su esencia, a las jerarquías fijas del medievo”. La causa es la desconexión actual entre los ingresos y el coste de la vivienda. Antes, tener una vivienda en propiedad era consecuencia del ascenso social. Te lo habías currao. Ahora, es una condición necesaria para tratar de vivir sin asfixia. Y si no tienes, pues buena suerte.

Desviar un río

Vean cómo se las gasta el gobierno de Donald Trump. El equipo de su vicepresidente, JD Vance, “hizo aumentar el caudal de un río para que hiciera piragüismo en sus vacaciones” (El Diario). El incidente, leemos, “plantea dudas sobre la explotación de los servicios públicos, pero el Servicio Secreto afirma que se solicitó para garantizar una navegación segura”. A mi dudas no me plantea ninguna, me genera mucho miedo ante la certeza de que saben que pueden tener lo que quieran, en esta y cualquier cuestión, sin importar el cuánto, cuándo, cómo y, sobre todo, el para qué.

Cuando se borra la vida

Es más fácil escribir de lo que cabrea pero, si me lee desde hace tiempo, ya sabe que intento hacer hueco, cuando se puede, a esas otras noticias. Ésas que hacen que pensemos que todo esto sigue mereciendo la pena, aunque sea cada vez menos. Pocas enfermedades hay más hijas de puta que el Alzheimer. Nada peor que ver cómo se borra la vida de alguien a quien quieres. Por eso, se abre un esperanzador frente con el descubrimiento que un equipo de Harvard ha hecho del litio y su papel para arrancar los recuerdos de las garras del olvido. Aún no se ha probado en personas pero ¿qué hay más humano que la esperanza?