¿Recuerdan a aquella asesora de Donald Trump durante su primera presidencia que acuñó el maravilloso concepto de “hechos alternativos”? Me ha asaltado una rueda de prensa dickensiana de Isabel Díaz Ayuso hablando sobre su estancia de un par de días en un chalé de la Comunidad de Madrid junto a su familia. Claro, ella, azote del Falcon y de “los palacios” de Pedro Sánchez: al Partido Socialista le ha faltado tiempo, cuchillo entre los dientes y al grito de venganza, para intentar sacarle los colores. Vano esfuerzo. Resumen: todo forma parte de la persecución de la “dictadura comunista”. Reconozco en Díaz Ayuso una habilidad digna de mención y seguramente muy envidiada en su partido y fuera de él: da igual como de destructor sea en apariencia el misil que se le viene encima, pasa de pieza de caza mayor a víctima beatificable en un chasquido de dedos. No se pierdan la rueda de prensa en la que la presidenta explicó que se llevó la comida de casa. No puedo evitar imaginarla con su fiambrera de filetes empanados y la nevera portátil con unas cervecicas. Pero aún hay más, que hizo la compra –“con mis medios”, subrayó– en un Covirán. Codeándose con Oliver Twist, ahí está la historia de cómo convertir un episodio políticamente incómodo en un martirologio.