Ya está. Netanyahu ha logrado destruir Gaza y reducirla a un mar de escombros. Pero insiste en exterminarla otra vez, en matarla de nuevo, tal es el deseo de venganza que ocupa en estos días el alma judía. De inmediato Israel ha iniciado una nueva fase en el genocidio consistente en someter a Cisjordania a crímenes de lesa humanidad, al control político y militar del sionismo. Hace ya meses que el estado de Israel empuja una guerra fratricida entre Hamás y la ANP (Autoridad Nacional Palestina) como modo de ablandar y debilitar la resiliencia palestina y hacer más fácil la incursión del estado judío en un territorio que se supone difícil de ocupar y colonizar.
Las matanzas de Gazatíes son crímenes de guerra que no pueden ser perdonados. La carnicería de Gaza no puede escapar a la justicia. Las decenas de miles de mujeres y niños asesinados por decisión de una banda criminal estará siempre en la memoria de la sociedad mundial. El proyecto sionista no es un estado legitimo. Es un hecho colonial que viola los derechos humanos y el derecho internacional.
Desde ha ya mucho tiempo pienso que la agenda oculta de los poderes sionistas contempla la expulsión del pueblo palestino de Judea, Samaría, Galilea y Jerusalén. Es un proceso que utiliza las guerras para adueñarse de facto de nuevos territorios llamados a ser parte del Estado Judío desde el río Jordán hasta el mar Muerto. Desde la guerra de 1948 hay un proceso de limpieza étnica que no ha dejado de aumentar. Para los palestinos es la Nakba “la catástrofe”. Entonces un millón de palestinos fueron obligados a emigrar a punta de fusil. Con la complicidad de Estados Unidos nada detiene la limpieza étnica de Netanyahu. En estos días, el pueblo palestino sigue siendo empujado hacia el exterior de sus territorios. Nada detiene la limpieza étnica de Palestina. El sionismo ha superado al nazismo de la mano de un neonazismo cruel. Sus acciones armadas han priorizado una limpieza étnica imposible de perdonar. Netanyahu se ha propuesto pasar a la historia como el exterminador del pueblo palestino.
Cualquier estrategia sionista que acepte hablar de paz lo hará con una agenda oculta. Así fue en Oslo en 1993. Cuando parecía que las partes habían llegado a un acuerdo, Israel se sacó de la manga en el último instante la negativa a aceptar la vuelta de los exilados palestinos a sus hogares, algo imposible de aceptar por la delegación palestina. Era mucho más de lo que Arafat podía aceptar. Israel reventó el posible acuerdo.
En realidad, el estado de Israel no aceptará, nunca, de buen grado, la solución de dos estados, a menos que una combinación de medidas que incluya sanciones económicas severas, suspensión de envíos de armas y presión política internacional, impongan al sionismo una solución justa y duradera. Netanyahu está jugando al todo o nada, sabedor de la impunidad que le regalan Estados Unidos y la Unión Europea para actuar unilateralmente. Los ataques a Gaza no explican una guerra sino una matanza promovida por la locura. Lo de Gaza no es una guerra de dos ejércitos matándose en un campo de batalla, sino un ejército con armas nucleares frente a unos milicianos mal equipados que lanzan cohetes de corto alcance.
El mal gobierno judío tiene como modelo de éxito el engaño. Primero empuja a la población gazatí a concentrarse en determinados puntos geográficos de la franja, por ejemplo en hospitales, escuelas, guarderías, espacios cerrados, refugios a cielo abierto... En segundo lugar bombardea a esa misma población, pulverizando la tregua pactada entre Israel y Hamás. También con engaños la Gestapo conducía a los judíos a los hornos en los que serían asesinados.
Para matar, al sionismo le basta con afirmar que la manera de evitar futuras rebeliones palestinas contra la ocupación pasa por quitarles la vida a niños, niñas y adolescentes. Se trata de una limpieza étnica reivindicada como defensa propia por matarifes sionistas. Por cierto, que la limpieza étnica se define como un crimen contra la humanidad que gestiona el Tribunal Penal Internacional (TPI) creado en La Haya para el caso de la ex Yugoslavia con el fin de procesar los crímenes cometidos allí en la década de 1990. Recuerdo que para el caso de Ruanda se creó un tribunal internacional en Tanzania. Pero Israel no reconoce a este tribunal.
La limpieza étnica en Palestina la pusieron en marcha no personajes oscuros, sino un grupo o camarilla de “héroes de la guerra de independencia judía” encabezada por David Ben Gurion. Fue en su residencia privada que, con el apoyo de un grupo muy selectivo de personas, llamado “la consultoría”, discutió y aprobó el gobierno sionista la exterminación y el expolió de los palestinos. En el plan de limpieza étnica aprobado documentalmente el citado grupo venía a llamarse Comité Asesor. En el desarrollo de esta estrategia de limpieza colaboraron activamente jefes militares judíos que destacaron en la parte operativa del plan sobre el terreno. Es muy interesante leer La limpìeza étnica palestina del historiador Ilan Pappé.
Para el sionismo la expulsión de los palestinos de sus tierras siempre ha sido una opción válida y vigente. Este plan fue puesto en marcha por Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista que defendió la idea del asentamiento de judíos en Eretz Israel (la tierra de Israel) y el reasentamiento de los árabes en áreas fuera del país. “Así se asemeja la historia colonialista de limpieza étnica de las Américas, África y Australia, donde los colonos blancos cometieron crímenes de forma habitual y rutinaria” (Ilan Pappé, historiador israelí). Cierto, los que hicieron la limpieza en Palestina eran recién llegados al país, parte de un proceso de colonización protagonizado en primer lugar por el sionismo. En el antes, durante y después de la guerra de 1948 la mitad de la población palestina fue expulsada de su propio país y la mitad de sus pueblos y ciudades fueron destruidos. Hubiera sido una enorme tragedia que la limpieza palestina llevada a cabo por Israel no entrara en los libros de historia. Afortunadamente en las crónicas, en las bibliotecas la historia escrita se abre paso a la verdad.
De manera que lo que estamos viviendo en nuestros días viene gestándose desde hace más de 70 años. Las bombas sobre Gaza nos avisan de nuevos peligros. El Estado de Israel ha podido comprobar que puede contar con en todo momento con la ayuda de Estados Unidos, de la Unión Europea y otros países occidentales. De hecho, creo conocer no poco del alma sionista cuya disposición extremista podría llegar a cometer una locura activando su poder nuclear. Haga lo que haga Israel, Estados Unidos, Alemania, Francia, Liga Árabe, Emiratos, Marruecos, encabezarán un bloque internacional en apoyo del régimen sionista.
Tengo presente como en el límite oriental del desierto de Judea se localiza una fortaleza natural llamada Masada. Durante mucho tiempo, esta gran residencia palaciega construida en medio del desierto fue el refugio de Herodes y de un grupo de resistencia judío. Tras varios meses de asedio los romanos lograron romper las defensas judías. Los sitiados respondieron tirándose al vacío. Se dice que hay mucho de leyenda, de exageración, pero el mundo hebreo lo recuerda como hechos ocurridos hacia el año 73 y celebran la Masada como un llamamiento a jugarse la vida si es necesario.
El suicidio colectivo hizo que Roma no pudiera lograr su objetivo y los judíos demostraron que estaban dispuestos a todo. Hoy siguen siendo mensajeros de la locura. Cuando las tropas del emperador Tito llegaron a escalar por las laderas de la fortaleza a la cima de la Masada, se encontraron con cerca de 1000 cadáveres. Hoy en 2025 el mito sigue vivo y se recuerda. El factor que es la voluntad humana se presenta como la determinación de un pueblo. Europa carece de esta misma determinación a la hora de defender el derecho internacional.
Unas pocas palabras para definir mi posición. Defiendo sin fisuras el derecho del pueblo palestino a un Estado propio. Hoy no hay mejor alternativa, ni política ni moral. La solución de dos Estado, es la más realista. Pero no estoy de acuerdo con la estrategia de Hamás. No estoy de acuerdo con sacrificar las vidas de miles de Gazatíes para obtener una ventaja en el terreno de la propaganda. Lo mismo ha hecho Zelenski con la guerra de Ucrania: sacrificar a miles de muertos ucranianos para ganar la batalla de la propaganda.
Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo