Definimos un problema como de acción colectiva en aquellos casos en los que cada persona hace lo que considera mejor para sí misma a pesar de que si todos hacen lo mismo el resultado es peor para todos. Pensemos en un lago lleno de peces. Lo mejor para cada individuo es realizar todas las capturas que pueda. Sin embargo, si todos hacen lo mismo puede ocurrir, en un caso límite, que haya una sobreexplotación del recurso y a medio plazo no haya nada para nadie.

A este problema, en términos de economía, se le llama “la tragedia de los comunes”. El caso de referencia, nombrado por Garret Hardin, se da cuando existe un pasto para compartir entre los ganaderos del pueblo. Todos acuerdan, por ejemplo, sacar diez vacas al terreno de la comunidad. Todos tienen incentivos para sacar alguna vaquita adicional, total “por una más no se va a notar”. Como en el caso anterior, corremos el riesgo de sobreexplotar el recurso.

Entre los dos ejemplos hay una diferencia fundamental. En el primero, los pescadores actúan de forma independiente. En el segundo, cada ganadero es consciente de estar haciendo trampas. Se trata de ver si cuela. Analizaremos el primer caso: cada persona hace lo que según sus estimaciones es mejor para él, sin valorar siquiera si beneficia o perjudica a los demás. Con este enfoque, la tragedia de los comunes es un caso particular de los problemas de acción colectiva.

Pensemos en el uso del móvil. Es prioritario recordar que muchos procesos cerebrales internos experimentados por cada uno de nosotros al usar estos aparatos son semejantes a los que se tienen al consumir cocaína. Sean Parker, primer presidente de Facebook, explicaba en una entrevista realizada en el año 2017 el reto que abordan las principales redes sociales respecto de cada cliente potencial: “¿Cómo absorbemos la mayor cantidad posible de tu tiempo y de tu atención consciente?”. La clave para ello es aprovechar “el bucle de retroalimentación de validación social” que proporcionan las redes. En realidad, se trata de hacer un negocio a partir de vulnerabilidades de la psicología humana. Hay muchos negocios así. Demasiados.

Volviendo a uso particular de estos dispositivos, lo más cómodo para nosotros es estar usándolo todas las horas que podamos. Claro que a nivel global perjudican a toda la sociedad. Además de provocar problemas de salud mental debido a la costumbre de buscar siempre una gratificación inmediata, nos convierten en autómatas totalmente predecibles guiados por algoritmos. Pésimo.

Podemos observar cómo los problemas de acción colectiva se pueden aplicar a instituciones políticas. A nivel particular, les interesa buscar temas para criticar a los adversarios y aumentar la polarización. A nivel global, pésimo.

Las televisiones buscan programas de entretenimiento vacíos de contenido para ganar público fácil. Como todos hacen lo mismo, la calidad general es pésima. Tan mala que a veces da la sensación que las cadenas de pago son las que proponen la programación gratuita… para que así todos se pasen a sus propios canales.

Un problema poco tratado y preocupante es el alto absentismo laboral. Es cierto y de justicia afirmar que los avances sociales han permitido cubrir el salario de las personas que no pueden acudir a trabajar. También es cierto que parte de ese absentismo no se explica sólo por temas de salud. En un caso extremo a cada trabajador le interesa quedarse en casa descansando si le duele un poco la cabeza. Si todos hacen lo mismo las empresas no pueden funcionar.

De la misma forma, si los dueños de una compañía están obsesionados por ganar más dinero y los gestores de la misma desean que suba la cotización de la acción como sea para aumentar su reputación, presionarán más a los trabajadores. Si unos y otros hacen lo mismo, la empresa colapsará a no ser que sus empleados estén acostumbrados a vivir así. Por desgracia, eso ocurre.

Nos vamos al funcionariado. En demasiados casos a muchas personas no les merece la pena esforzarse (especialmente si dicho esfuerzo no es observable) ya que su salario no depende del resultado de su trabajo. Si todos hacen lo mismo, el nivel de los servicios públicos se derrumba.

¿Cómo arreglar los problemas derivados de la acción colectiva? Analizar cada uno de estos casos nos proporciona un viaje fascinante por el mundo de la economía y del comportamiento humano.

En el asunto del móvil los servicios públicos, instituciones educativas y familias deben tomar medidas ya. Las empresas no lo harán: eso disminuiría sus beneficios. A nivel político sólo hay una solución: cambiar las estructuras de los partidos. Cómo lo deciden ellos y no les interesa no lo harán. El tema de las televisiones y las empresas lo arregla la economía de mercado. Actuar de esa manera lleva al cierre. Respecto del absentismo laboral y el funcionariado, se trata de mejorar las políticas de palo y zanahoria. ¿Quién se atreve a empezar?

Profesor de Economía de la Conducta. UNED de Tudela