La Semana Santa es una inmejorable época para escribir filípicas como las mías, que usted las sufre, además, semanalmente y es por ello por lo que aquí me encuentro, con un ojo mirando las tribulaciones entre Juda y Mesala en la interminable Ben Hur, y con el otro, intentando no errar en esta insufrible filípica.

Los pocos que nos hemos quedado sin ir a Benidorm, Canarias o Turquía, esta última, al parecer, muy de moda, tenemos la penitencia de estas inevitables películas y usted, la penitencia de leerme. Usted se lo busca. No es obligatorio.

Este viernes, la comida fue una magnífica cazuela de bacalao a la vizcaína cocinada, inmejorablemente, por mi suegra, que es de las pocas que todavía respeta los viernes de vigilia en cuaresma y más aun, por supuesto, la gran vigilia del viernes santo. Por ello, para compensar lo del bacalao, me propongo comentarle la denuncia pública de la organización agroganadera ENBA que, tomando como ejemplo la cacareada Txuleta Festa en el estadio Reale Arena, puso en la palestra el trampeo publicitario que realizan algunas empresas cárnicas, comerciales, que si bien solo, o casi exclusivamente, trabajan con carnes foráneas, principalmente del centro y norte de Europa y de Galicia y norte de Portugal, por aquello de tapar sus vergüenzas, recurren a triquiñuelas del marketing y a referencias localistas para que el consumidor local, en este caso vasco, asocie dicha empresa y su carne con lo local, es decir, con lo vasco.

No es la primera vez que se denuncia que alguna de estas empresas, como es el caso de una que alardea de “importar” carne gallega y centroeuropea, pero que en su tarjeta de presentación incluye leyendas nada inocentes como Basque Gastronomy o Basque Butcher (carnicero vasco) y que ha acudido a ferias y exposiciones agroalimentarias bajo el paraguas del stand oficial, es decir, bajo la denominación, Basque Country (País Vasco). ¿Se imagina acudir a una gran feria en París y toparse con un stand que, bajo la denominación Boucher français (carnicero francés) y que se encontrara una empresa que comercializa sólo carne polaca y/o portuguesa? No tenga ni la más mínima duda de que ese stand sería inmediatamente fulminado tanto por las administraciones como por los ganaderos que responderían a la tremenda ante semejante barbaridad.

Pues bien, esto es lo que está ocurriendo, desde hace tiempo, con algunas comerciales cárnicas, la mayoría de ellas ubicadas en el territorio gipuzkoano, cuya línea de negocio es principalmente la txuleta, y últimamente la hamburguesa, con la mirada puesta en la hostelería y en el gran consumo, pero, mayoritariamente, alejados del canal tradicional y del consumo en el hogar.

La gota que ha colmado el vaso de la paciencia de nuestros ganaderos ha sido un llamativo anuncio que, uniendo imágenes de grandes comilonas de txuletas, parrillas y todo ello aderezado con imágenes del estadio realista (la mascota oficial del club y algunos exfutbolistas icónicos del equipo donostiarra incluso participaron en la presentación), anunciaba una grandiosa fiesta de la txuleta y en el anuncio se hacía referencia a que en dicho evento se iban a servir hasta 25.000 txuletas Made in Gipuzkoa, cuando todos somos conocedores de que eso es imposible.

Ante la denuncia pública por publicidad engañosa de los baserritarras, el organizador del evento respondió ante las cámaras de Euskal Telebista que todo ha sido una mala interpretación de los ganaderos puesto que ellos lo que querían decir era que el evento se celebraría en la capital gipuzkoana, Donostia, y que, por lo tanto, lo que era Made in Gipuzkoa era el evento y no las txuletas. En fin, una salida nada airosa para una pillada in fraganti.

Ambos ejemplos y otros que, haberlos haylos, son la forma de jugar de una potente industria comercial cárnica que, centrados en la txuleta y la hamburguesa, tienen como base de su negocio la carne foránea y cuyo destino es, principalmente, la hostelería (grandes parrilleros, sidrerías, restaurantes con estrellas, etc.) tanto vasca como de otras comunidades autónomas o incluso, de otros países donde pretenden vender, lo que ellos llaman, cultura vasca de la parrilla, la tradición vasca de la vaca vieja, etc. cuando lo que están, realmente, vendiendo es carne foránea.

Es por ello que, dado que promocionan tanto que lo que ellos comercializan es la cultura gastronómica vasca, la cultura de la parrilla, etc., quizás, sería más apropiado que, en vez de recurrir al Departamento de Agricultura para sus abultadas subvenciones para las cuantiosas inversiones en instalaciones y maquinaria para sus empresas, recurriesen al Departamento de Cultura, algo más apropiado para unos empresarios tan dados a vender cultura vasca.

Así, si estas empresas comerciales de cultura vasca obtuviesen las subvenciones de Cultura, las empresas agroalimentarias vascas, aquellas que traccionen verdaderamente del sector primario, en este caso, el ganadero de vacuno de carne, serían los principales beneficiarios al contar con menos competidores en el momento de repartir los fondos gubernamentales. l

Miembro del sindicato ENBA