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Tribuna abierta

Gastos militares, seguridad y defensa europea

Los gastos militares, que siempre han sido objeto de agudas polémicas, han cobrado recientemente una renovada actualidad hasta el punto de convertirse en uno de los temas estelares de la agenda política en el momento actual. Ha contribuido a ello de forma decisiva las exigencias formuladas por el recientemente reelecto presidente de los EEUU, Donald Trump, que desde el mismo momento de su instalación en la Casa Blanca ha planteado como objetivo prioritario a los Estados europeos miembros de la OTAN la necesidad de un fuerte incremento de su contribución económica para financiar los crecientes gastos militares exigidos por la situación actual, con la guerra en Ucrania como telón de fondo. Si bien la discusión sobre la cuantía de los recursos a destinar al sostenimiento de las Fuerzas Armadas (FFAA) ha sido siempre un tema recurrente en el debate político, llama la atención en esta ocasión la intensidad y la premura con la que la cuestión se plantea en este momento.

Gastos militares, seguridad y defensa europea

Pero mas que el hecho del protagonismo que esta teniendo en el debate político el tema de los gastos militares lo que mas llama la atención es la forma como se ha planteado la determinación de la cuantía de los gastos; que, en principio y en toda entidad que tiene que administrar recursos, se determinan en función de las necesidades que se tienen y de los riesgos a afrontar. En el caso que nos ocupa, sin embargo, no hay referencia alguna a la cuantificación de las necesidades y los riesgos y se establece un porcentaje sobre el PIB de cada uno de los Estados miembros de la OTAN. Si hasta ahora ese porcentaje se había establecido, desde la cumbre de Gales (2014) en un 2% del PIB, ahora ese porcentaje se eleva en un porcentaje variable según quien lo proponga –un 3%, 3,5% o incluso 5%– sin que se aporte dato objetivo alguno para justificar uno u otro porcentaje. Porque no un 10% (no se trata de dar ideas) o, un 1%?. Y, sobre todo, por qué hay que aumentar el porcentaje destinado al gasto militar?

La pregunta no deja de ser pertinente porque se ha establecido un extraño consenso sobre esta cuestión en el seno del establishment europeo que, siguiendo la orientación marcada al otro lado del Atlántico, parte de la premisa de que el aumento del gasto militar es un axioma que no admite discusión y que de lo único que hay que discutir es sobre cuanto hay que aumentarlo y fijar ese aumento en un porcentaje del PIB que necesariamente tiene que ser superior al 2% actual. Este planteamiento de la cuestión relativa a los gastos militares es el que establece el marco y asimismo marca la orientación del debate que se está desarrollando en este momento sobre el tema; que en estos términos y sin tener en cuenta otros factores que también han de ser tomados en consideración a la hora de determinar la cuantía de los recursos destinados a este fin, resulta cuando menos bastante discutible.

Una primera consideración a realizar a la hora de determinar la cuantía de un gasto, independientemente de que sea militar, social o del tipo que sea, es el objetivo que lo justifica; se gasta para algo, para conseguir un fin y en función de su consecución se fijan los gastos a realizar. En el caso que nos ocupa, de acuerdo con el discurso que viene manteniéndose al respecto, el objetivo sería el dotarnos en Europa de unas FFAA propias para cubrir las carencias que tenemos en este terreno, al tiempo que nos permita intervenir de forma autónoma a escala global, así como en situaciones críticas a escala regional como puede ser ahora la situación en Ucrania, sin tener que depender de factores externos que nos impidan desplegar plenamente nuestra actividad.

Se trata de un objetivo razonable que como europeos podemos y debemos asumir si es que aspiramos a que la Unión Europea sea algo mas que un mercado unificado (que también tiene que serlo). No cabe ignorar que toda comunidad humana, desde la tribu primitiva al Estado contemporáneo, pasando por los grandes imperios, los reinos de taifas o el Estado social y democrático de derecho, todos crean su propio sistema de defensa para asegurar su pervivencia. La Unión Europea también, sobre todo si aspira a configurarse como una unidad con entidad política, además de económica y comercial. Hay que tener presente, de todas formas, que la UE no es un Estado (aunque tenga algunos de sus elementos) y que por tanto no hay que pretender, como a veces se hace, que su sistema de defensa se ajuste al modelo prototípico del Ejército nacional-estatal. Ello no impide, sin embargo, que pueda dotarse de unas FFAA propias que no porque sean de ámbito supraestatal tengan que dejar de ser efectivas. La experiencia ofrece variados ejemplos de ello; entre otros, por poner el mas próximo, el de la propia OTAN, que bien puede servir de referencia como muestra de sistema militar integrado.

Ahora bien, un sistema integrado de defensa requiere definir y asumir unos objetivos comunes por parte de sus integrantes: y, en base a ellos, desplegar una política común de seguridad y defensa, sin la que no es posible sostener ninguna estructura militar integrada. Este es precisamente uno de los principales déficits de los que adolece la UniónEuropea en el momento actual(y a lo largo de toda su historia) y, en consecuencia, debe ser una de las tareas prioritarias a afrontar si realmente se aspira a contar con un sistema integrado de seguridad y defensa para Europa. Aunque también hay que reconocer que, a juzgar por la actitud que cualificados protagonistas de la escena política europea vienen mostrando al respecto, no faltan motivos para dudar de que éste sea realmente un objetivo asumido en las instancias decisorias.

Cabe preguntarse, a la luz de las consideraciones expuestas, si la vía del aumento del gasto militar, en los términos en los que éste se plantea, conduce a la consecución de un sistema integrado de seguridad y defensa europeo. Y cabe albergar serias dudas, si es éste realmente el objetivo que se persigue, de que el acelerado (aunque indeterminado: 3%, 3,5%, 5%) incremento del gasto en relación con el PIB que se exige a los Estados miembros de la OTAN comporta una mayor y mejor integración de las FFAA, que es (o debe ser) el objetivo a conseguir para garantizar la seguridad y la defensa europeas. El aumento del gasto militar estatal, que es la principal medida que se propone, lo único que garantiza es la adquisición por parte de cada Estado de mas material bélico, mas sofisticado, de mayor poder de destrucción y mas costoso; lo que poco, o nada, tiene que ver con la articulación de las FF.AA. estatales en un sistema integrado a escala europea. Puede ocurrir, incluso, que la carrera armamentista estatal a la que induce esta exigencia de aumento del gasto cree problemas añadidos al propiciar una duplicación de material bélico en un sector determinado, al tiempo que carencias en otros.

En definitiva, la cuestión no es exigir que los Estados gasten más, que es lo único que se propone, sino definir en que hay que gastar y para qué, sobre lo que no solo no se dice nada sino que tampoco es posible apreciar ninguna indicación al respecto; y menos aun en relación con las medidas efectivas a adoptar para conseguir articular un sistema integrado de seguridad y defensa para Europa, que éste sí es realmente el objetivo a conseguir . Y no es de recibo invocar el peligro ruso para justificar los acelerados aumentos de gastos militares europeos porque éstos ya sobrepasan ampliamente en el momento actual los de nuestro potencial enemigo y van a seguir haciéndolo en los próximos años; además, no servirían de nada para hacer frente, de verdad, a un eventual ataque nuclear y, sobre todo, no resulta nada creíble que haya riesgo alguno de que los ejércitos rusos vayan a invadir Europa ni de que Putin vaya a extender sus dominios hasta Gibraltar.

Aunque en el clima de ardor guerrero que se viene exhibiendo últimamente por buena parte de los mas cualificados representantes del establishment, tanto a escale estatal como europea, no cabe albergar muchas esperanzas de que se abra paso propuesta alguna que cuestione la inevitabilidad del aumento de los gastos militares en los términos en que se está planteando, no está de mas hacer algunas consideraciones críticas como las expuestas. Sería de desear una mayor atención a las medidas que contribuyan de forma efectiva a la articulación de un sistema integrado de seguridad y defensa europeo, que éste si es un objetivo común a conseguir, si bien poco tiene que ver con las exigencias que se están planteando en relación con el aumento de los gastos militares. Y, para acabar, convendría abandonar la exhibición de retórica bélica que viene haciéndose, de forma tan innecesaria como fuera de lugar, que no solo no aporta nada sino que su principal efecto es aumentar mas los problemas ya existentes.

Profesor