Tal día como hoy, 21 de septiembre, pero de 1953, comenzaba la Semana Internacional del Cine de San Sebastián, germen del futuro Zinemaldi que estos días se celebra una vez más en Donostia y que nos permite constatar, alabado sea el Señor, que el Séptimo Arte sigue vivo y coleando en estos tiempos de shorts de Youtube, vídeos virales y series tan largas como cortos son sus capítulos. Seguimos siendo capaces, aunque cada vez menos vistos los datos de las taquillas vascas en este 2024, de atender durante al menos hora y media a quien ha empeñado años de vida y salud en contarnos una historia, y a quien se ha dejado unos cuantos millones para financiarla. Gracias al impulso de esas personas podemos viajar a mundos imposibles o darnos de bruces con la realidad, viajamos en el tiempo a tiempos remotos, entramos en la mente de quienes sufren en cuerpo o alma, entendemos un poco mejor a los malvados, vivimos aventuras, sentimos amor, ternura, rabia y desazón. O simplemente nos evadimos conscientemente, aunque sea durante un rato, de este mundo en el que corremos con el reloj en una mano, como el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, y haciendo scroll en el móvil con la otra.