El pasado mes de abril tuvo lugar en Ottawa (Canadá) la cuarta sesión de negociaciones para avanzar en la elaboración de un tratado global para poner fin a la contaminación por plástico. Uno de los debates principales que tuvieron lugar en ese evento es si reducir la producción de plásticos o centrarse exclusivamente en su reciclaje. Empresas con intereses en los plásticos han exagerado las posibilidades del reciclaje y han tratado de minusvalorar la ingente cantidad de plásticos que se fabrican. Y solo se recicla correctamente un 9% de plástico. En la medida en que la producción de plástico sigue aumentando, los residuos plásticos no dejan de crecer.
El próximo 1 de diciembre seguirán las negociaciones y se verá si se puede sacar adelante un tratado legalmente vinculante para acabar la contaminación por plásticos. Entre tanto, el pasado 4 de septiembre, se ha hecho público un trabajo liderado por las Universidades de Leeds y Estocolmo, publicado en la revista Nature, con cifras muy alarmantes sobre el vertido de plásticos en la naturaleza, y en el que señala que cada año más de 52 millones de toneladas de plástico terminan de una u otra manera en los ecosistemas del Planeta. Es exactamente el doble de lo que se había estimado hasta ahora.
Para calcular cuánto se vierte a la naturaleza, los investigadores de las universidades de Leeds y Estocolmo denominan emisiones de plástico al material que pasa de cualquier sistema de gestión, aunque sea básico, al fin y al cabo, contiene el plástico, al medio ambiente. Con este planteamiento han desarrollado un inventario de vertidos de macroplásticos (mayores de 5 mm) –los menores de 5 mm son los llamados microplásticos– con el ánimo de que sirvan para las negociaciones del tratado internacional que comenzarán el próximo 1 diciembre.
Los resultados obtenidos con datos de más de 50.000 municipios de todo el mundo, revelan que las principales vías de contaminación plástico en el mundo son la basura no recogida y la quema al aire libre de los residuos plásticos, que suponen una amenaza para la salud y el medio ambiente. Más de dos tercios de la contaminación plástica mundial procede de la basura no recogida, ya que casi 1.200 millones de personas –el 15% de la población mundial– carece de estos servicios, y, por lo tanto, se tiran a la tierra o se queman en fuegos abiertos, con la contaminación correspondiente.
Los investigadores han encontrado que el abandono de basura una vez embolsada es la principal fuente de contaminación en el norte global, mientras que los residuos plásticos sin recoger es la causa principal de contaminación de plásticos en los países del Sur global. Actualmente es India el país que más vierte, seguida de Nigeria, Indonesia y China, que hasta hace poco era el primero.
Las recomendaciones de los investigadores pasan, en primer lugar, por reducir la generación de la basura plástica, luego mejorar los sistemas de recogida y eliminar la incineración a cielo, ya que liberan sustancias altamente peligrosas.
En los últimos tiempos se están publicando cada vez más estudios científicos que vienen a demostrar la relación existente entre los tóxicos de los plásticos y sus efectos en el medio ambiente y en la salud de las personas, incluido el cáncer. Los estudios han detectado diminutos fragmentos y motas de plástico en pulmones humanos, placentas, hígados, riñones, leche materna, semen, testículos, articulaciones de rodillas y codos, penes, vasos sanguíneos y médula ósea. A esta lista se ha añadido el cerebro. Según asegura Matthew Campen, toxicólogo y profesor de ciencias farmacéuticas de la Universidad de Nuevo México, “los resultados son alarmantes, ya que han descubierto que 24 de las muestras cerebrales, recogidas en su investigación contenían de media alrededor de un 0,5% de plástico en peso”. En declaraciones al diario The Guardian, Matthew Campen dijo que “hay mucho más plástico en nuestro cerebro de lo que nunca había imaginado o con lo que me hubiera sentido cómodo”.
A través del uso del plástico se ha avanzado en muchos terrenos, como en la medicina, en la construcción, en la automoción, etcétera. Pero se ha hecho sin prevención y cautela alguna, y sin tener en cuenta que se trata de un compuesto químico al que, se le añaden en bastantes casos, sustancias muy tóxicas para el medio ambiente y perjudiciales para nuestra salud.
En el Estado español, es Ecoembes, la sociedad anónima que monopoliza el reciclaje de envases y en la que se aglutina la industria envasadora, y sus datos de recogida de residuos están en entredicho desde hace años. Solo el 36% de las botellas de plástico de bebidas se recogen separadamente, según un estudio de la consultora Eunomia, que fue presentado públicamente por Zero Waste Europe y la Alianza Residuo Cero el pasado 28 de mayo, con el apoyo de las más de 100 entidades de la plataforma #LeydeResiduosYA. Este resultado de 2021 está muy lejos del objetivo del 70% para 2023, marcado por la Ley de Residuos, y del 77% para 2025, al que obliga la UE, y no hay ningún indicador que permita esperar que España pueda mejorar significativamente este resultado del 36% en 2022 y 2023.
De no cumplirse dicho objetivo, el Ministerio de Transición Ecológica y del Reto Demográfico deberá declarar su incumplimiento para que los productores pongan en marcha el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) para latas, botellas y briks, que serán devueltas a los comercios.
El Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) en 2025 en la UE estará implantado en 2025 en 19 países para la recogida selectiva de botellas de plástico y latas de bebida, y ha demostrado ser un sistema muy eficaz y que funciona con un alto rendimiento para los envases de bebidas. En el Estado español no se ha implantado en ninguna comunidad. En el caso de Euskadi, en la pasada legislatura la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, Arantxa Tapia, anunció que en nuestra comunidad se iba a implantar un proyecto piloto de devolución y retorno de envases, cuestión que no lo ha sido por el momento. Esperemos que lo sea en la presente legislatura.
Mientras, en Nafarroa, el pasado 18 de julio se publicaba una resolución en el Boletín Oficial de Navarra del departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno Foral por la que se aprueban las condiciones de adhesión del comercio a la realización de una prueba piloto de SDDR en Sangüesa, cuestión que está contemplada en la ley foral de Residuos y su Fiscalidad aprobada por el Parlamento de Nafarroa en el año 2018. Organismos y asociaciones representativas de la sociedad civil navarra se han posicionado desde hace tiempo a favor del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR).
Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente