Arrantzalia naiz ta

ez daukat dirurik,

hiru alaba dazkat

ezkondu beharrik.

Laugarrena semia,

kapote zaharrakin,

konejua dirudi

bere bizarrakin.

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Soy pescador y sin dinero

Tengo tres hijas

por casar

y un hijo que

viste capote viejo.

Parece un conejo

con esa barba.

Esta era una canción muy querida para los donostiarras de comienzos del XIX. Tanto que se interpretaba hacia 1833 en las primeras tamborradas. Y Sarriegi incluyó su segunda frase musical en la Diana. En casa, hemos seguido la plantilla: tres hijas y un hijo, Peru Ansorena. Muchos le dicen, y mí también por el seudónimo Píter, si no será el homónimo vasco de Pedro Sánchez. El patronímico de Sancho en euskera es Ansorena, como Sánchez en español. No somos equivalente a nadie, pero, de serlo, mejor de quien tiene el coraje de arrumbar contra viejos prejuicios anquilosados y malolientes.

Cuando Peru tenía tres años, una tarde estábamos toda la familia en el atrio de San Vicente, tras la ceremonia de Confirmación de una de nuestras hijas. Comenzó a llover y nos refugiamos bajo un balcón. A nuestro lado coincidió el obispo José María Setién. Peru miraba extrañado al hombretón vestido de negro y le dije: “Obispoa da” (Es el obispo). El niño le tiró de la manga del pantalón y cuando aquel le miró, le preguntó: “Zu abispoa al zara?” (¿Tú eres el avispo?). Setién, a pesar de su habitual seriedad, se pegó una buena carcajada.

Hace poco, en San Sebastián, han consagrado no un avispo, sino una obispa. Me siento agradecido a estas mujeres con las que comparto fe, por la tarea que desarrollan para sacudir nuestra vieja Iglesia y que estas cuestiones teológicas se renueven. Hasta el Papa Francisco argumenta, para no admitir la ordenación de quienes no son hombres, que existen razones teológicas. Pero la teología no es sino un intento de los hombres (pocas mujeres hay en ello) por entender a Dios. Si hubiera abundancia de mujeres teólogas, la cuestión se superaría antes, como en otras iglesias cristianas.

Entiendo al Papa Francisco. A la menor innovación que plantea, saltan varios cismas y braman los restos del pasado. Admitir que los divorciados comulguen, bendecir a las parejas homosexuales… Y rebuznan cuadrillas varias de botarates. Hasta ahora, casi su mayor aportación ha sido indicar a los curas que los sermones sean breves, menos de siete, número bíblico, minutos. Y fáciles de entender. Y que los seminaristas lean poesía y novelas, y practiquen la opción preferencial por los pobres. Muchos no se lo perdonarán.

El perdón, la señal más característica del cristiano, es difícil de practicar. Ello me recuerda el pasodoble Kiriko, marchoso y humorístico. Amaya Bontigui me dijo un día de 1992: “Tengo una vecina de patio que me suele cantar un pasodoble dedicado a mi aitona Kiriko”. Nos citamos con Angelita Vaqueriza, de familia de pescadores, y recogí en partitura lo que aquella cantaba. El texto hay que entenderlo en tono de broma, que no queremos cismas en esta materia: Dicen los de San Pedro que no se presenten los de San Juan, porque ha dicho Kiriko que en Santa Clara los va a dejar… Frantzisko Zubiaurre Cabañas, Kiriko, había conseguido cinco banderas de La Concha y otras proezas remeras y las gentes se inventaron este agradecimiento. Armonicé la pieza y la estrenamos en el concierto-pregón de San Sebastián de los txistularis donostiarras, en el Salón del Ayuntamiento, el 18 de enero de 1993. Angelita estaba exultante de gozo.

Al día siguiente, ETA asesinó a su hijo, José Antonio, Tigre, Santamaría Vaqueriza, antiguo jugador de la Real, mientras se encontraba en la cena de la víspera de San Sebastián en la sociedad Gaztelupe, justo bajo su casa natal. La alegría de Angelita desapareció de golpe. Sin embargo, con la valentía profunda que desarrolla la cultura del mar, golpeada con tantos dramas, fue capaz de perdonar. Isil-isilik. Callandito.

Isil-isilik dago, kaian barrenian… Esta canción la conocemos la mayoría de los vascos y llega a las entrañas. La compuso el aitona del conocido director de cine Josemari Goenaga, el eibarrés Fernando Goenaga. Qué trabajo tan duro el de los pescadores y, sin embargo, qué modos culturales alegres y libres han creado siempre. Jesús también eligió los primeros apóstoles entre los pescadores.

Las regatas de la Concha se basaron en el trabajo de los pescadores, pero se crearon para el disfrute de los ricos veraneantes. Hoy son una fiesta popular y en ellas las mujeres han realizado una aportación importantísima, que hace pocos años no se podía ni imaginar. Las remeras de Arraun Lagunak van camino de emular a Kiriko. A ver si el Papa tocayo de aquel acaba por surcar la nueva ola. Aunque le surjan siete (número bíblico) Belorados.