Escribo esta reflexión aún impresionado por los seis asesinatos habidos en este país en relación con la violencia machista en los últimos días.
Cuatro mujeres y dos niños han caído fruto de una violencia estructural que de alguna manera debemos erradicar. Aunque no me considere entre este tipo de canallas soy hombre y como tal siento vergüenza de serlo y compartir género con ellos.
¿Qué está pasando? ¿Qué se puede hacer social y políticamente?
Preguntas que martillean sobre mi cerebro, sobre mi conciencia con difícil respuesta.
Paralelamente, hemos vivido también la polémica política habida sobre las celebraciones del día del orgullo gay y a cuenta de la bandera multicolor LGTBI+. Quizás en ambos casos podamos encontrar esas respuestas en el clima político creado por la entrada de Vox en las más altas instituciones, amparada por un PP que ha sido capaz de vender su alma al diablo colaborando con ellos y lo que resulta aún más grave, absorbiendo a veces su ideología negacionista, racista y machista.
Así, una sociedad consumidora de telediarios e informativos ha ido igualmente impregnándose de ese espíritu y en un sector minoritario les ha trasladado la idea de impunidad.
Los dirigentes del PP más allá de una condena de boquilla, deben plantearse si merece la pena acceder al poder con apoyos de esta calaña.
Esta terrible situación ha coincidido con el lamentable debate para las elecciones en EEUU del próximo noviembre, entre Biden y Trump, donde el segundo arrasó ganando por goleada a un presidente dubitativo, a veces errático y perdido.
Un Trump que vertió una oleada de mentiras y manipulaciones que no encontraron freno en un Biden derrotado. Hoy no solo los estadounidenses, todo el mundo, contempla con terror la segura victoria de Trump ante rival tan débil.
Quien puede hacer que haga, señalaba Aznar hace apenas unos meses animando a derrotar a Pedro Sánchez. Cabe hacer ahora que aún es posible el mismo llamamiento a los dirigentes demócratas.
Biden perderá en noviembre contra Trump si no lo remedian con rapidez y eso pasa porque le convenzan de su renuncia y lo sustituyan cuento antes.
¿Por quién? La lógica indicaría que por su vicepresidenta, Kamala Harris, pero esta opción tropieza con que su popularidad hoy está aún más baja que la del propio Biden.
¿Michelle Obama? No parece que considere este su momento con la perspectiva de ser derrotada casi con seguridad.
Solo les quedaría la opción de Gavin Newson, actual gobernador de California. Tiene a favor ser blanco y relativamente joven, pero en contra ser de un estado progresista y rico que produce rechazo en la américa profunda del centro, que es donde paradógicamente se decide el partido.
El mundo se juega mucho en noviembre pero a esta hora el ambiente es especialmente siniestro en este apartado.
Para guinda del pastel hemos tenido este domingo la primera parte de las elecciones legislativas en Francia.
Con la incertidumbre de si la extrema derecha de Marinne Le Pen, su Agrupación Nacional, sería capaz de arrasar según indicaban las encuestas.
Las declaraciones de quien podría ser su primer ministro Jordan Bardella, asegurando que “iba a poner orden en Francia” asustan, porque ya intuimos lo que significa eso para la extrema derecha.
Estas elecciones al igual que las comentadas de noviembre son vitales para Europa y el mundo.
Una asamblea de 577 miembros en la que debido al especial sistema electoral la fecha clave no fue el 30 de Junio sino lo será la segunda vuelta del 7 de Julio.
A ella se van a presentar con opciones los candidatos de esa extrema derecha, los del Renacimiento de su actual presidente Emmanuel Macron y su primer ministro Gabriel Attal y. por último, una izquierda, socialistas, comunistas, verdes y Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchon, que se ha unido en torno al Nuevo Frente Popular.
En las diferentes circunscripciones electorales pasan a la siguiente ronda quienes hayan superado el 12.5 % de los votos, lo que podría llevar a que existan dos o incluso tres candidatos.
Ahí está la clave, que Renacimiento y Nuevo Frente Popular para tener opciones sean capaces de retirar a quien menos tenga para apoyar al de mayor porcentaje de apoyos.
Las primeras declaraciones que han hecho tanto Macron como Melenchon parece que indican que va a ser así. Menos mal.
Para los partidarios de Macron, ese sapo es tragable si se trata de socialistas, verdes, incluso comunistas, pero es mucha más difícil de tragar si se trata de alguien de Francia Insumisa debido a la inquina que profesan a Melenchon.
El 30-J ha pasado y analizando los datos que nos ha traído podemos extraer algunas conclusiones.
Los datos de participación indican que al igual que pasó en España en las pasadas generales del 23-J, la sociedad ha reaccionado para frenar a la extrema derecha.
Por eso aún se les puede frenar el próximo domingo.
En estos tiempos difíciles que nos vienen, a los demócratas en general y las izquierdas en particular nos va a tocar apretar los dientes y resistir. Con unidad, inteligencia y paciencia.
Veremos.