Por primera vez en treinta años, el Congreso Nacional Africano, en sus siglas en inglés ANC, el partido del gran Nelson Mandela, Madiba, pierde la mayoría absoluta en Sudáfrica. Los resultados apuntan a que ha obtenido en las votaciones del 29 de mayo el 40% de los votos, frente al 25% del mayor partido opositor, AD (Alianza Democrática) de John Steenhuisen, en unos comicios donde el polémico Jules Malema ha obtenido en los recuentos el 9,52% de los votos.

Con estos resultados, se observará en la mayor potencia económica del continente africano un verdadero cambio. El ANC, partido de Nelson Mandela, tiene que elegir con quién pactar si quiere seguir gobernando, si con el partido centrista liderado por el bóer John Steenhuisen, que se ha convertido en la segunda fuerza política de Sudáfrica, o con el expresidente Jacob Zuma, que obtuvo el 14,59% de los votos, pese a estar respondiendo judicialmente por varios cargos, o con el polémico Jules Malema, que ha obtenido el 9,52% de los votos, en un proceso electoral en donde no concurría como candidata ninguna mujer.

Con el fin del apartheid, Sudáfrica siempre dio la mayoría absoluta en el congreso al partido de Nelson Mandela, el ANC. Este partido, durante sus cerca de 30 años de gobierno, no ha conseguido reducir las brechas del apartheid en el país. Los sudafricanos negros, que componen el 73% de la población de Sudáfrica, siguen siendo los que menos recursos económicos poseen. El ANC no está siendo capaz de responder a las peticiones de esta parte de la ciudadanía, que exige tener acceso a tierras cultivables y acceder a empleos con salarios dignos. El presidente en funciones de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, empresario de éxito con un patrimonio avalado en 450 millones de euros, en sus años de gobierno no ha sido capaz de crear mecanismos para reducir las enormes desigualdades sociales que Sudáfrica viene atravesando desde la época del apartheid. En ciudades como Soweto, con mayoría negra, los apagones eléctricos son constantes, los cortes de agua, el acceso a los servicios de salud y otros servicios públicos son limitados. Los sudafricanos negros se quejan de que cuando se llama a la policía por cualquier incidente, esta difícilmente acude, hecho que no ocurre en ciudades como Johannesburgo, Durban, o Ciudad del Cabo, donde se encuentra la mayoría blanca del país. La clase alta de Sudáfrica, los mayores propietarios de tierras, los que ostentan el poder financiero del país, siguen siendo los blancos. El acceso a una educación y a una sanidad pública universal de calidad, la seguridad pública y la igualdad entre ciudadanos siguen siendo un sueño aplazado para la población negra del país.

Todos estos hechos han impulsado el surgimiento del partido Economic Freedom Fighters, EFF en sus siglas en inglés, el Partido de los Luchadores por la Libertad Económica, liderado por Jules Malema, un joven sudafricano de extrema izquierda que propone retirar las tierras a los blancos bóers y dárselas a los negros sudafricanos. Este político polémico y con varias causas judiciales por su discurso de odio racial hacia los sudafricanos blancos, fue el gran impulsor de que Sudáfrica llevara a Israel a la Corte Penal Internacional. Jules Malema se considera un ultra defensor de Palestina y de los pueblos oprimidos, de hecho, se le ve vestido siempre con un pañuelo palestino con la bandera de Sudáfrica. Defiende la unidad africana, pretende reforzar los valores del panafricanismo y devolver Sudáfrica a los sudafricanos negros. Sin embargo, el discurso de John Steenhuisen, hombre blanco de origen bóer, ha calado más en la población que el suyo. La población blanca de clase alta apoya a John y alguna parte de la población negra decepcionada con las políticas del ANC poco beneficiosas para ellos durante estos cerca de 30 años de gobierno, también apoya a John, quien promete relanzar la economía y devolver a Sudáfrica al lugar que se merece de primera potencia económica en África.

El anterior presidente sudafricano, Jacob Zuma, quien se postuló pese a tener causas judiciales pendientes, ha conseguido varios escaños de los 400 que tiene el parlamento sudafricano. Su foto constaba en las papeletas electorales, pero él no pudo personarse en los colegios electorales por sus causas pendientes con la justicia.

Pase lo que pase en Sudáfrica, la labor que tiene el futuro gobierno no es poca. La lucha contra las desigualdades sociales, la lucha por la unidad nacional, el reparto equitativo de las tierras y las riquezas, la lucha contra la tuberculosis y el VIH que llevan años acosando a la población, especialmente a la población negra, la lucha por la protección de los colectivos LGTBIQ+, la integración de los migrantes de los países africanos, como Mozambique, Nigeria, Lesoto, Angola, así como los migrantes asiáticos de países como Indonesia, India, Pakistán... entre otros.

Se ha extrañado la presencia de mujeres liderando partidos políticos en este y en otros comicios en Sudáfrica. Las huellas de Miriam Makeba, Winnie Mandela e incluso las de la reina Zulú no han calado hondo en los feminismos del país más al sur de África.

Trabajadora social, doctorada en Administración y Política Pública por la UPV/EHU y activista por los Derechos Humanos