Spinoza llamaba pasiones tristes al odio, la venganza y el rencor. Son las pasiones en las que los dirigentes de UPN chapotean tras lo que han calificado como “la traición de Pamplona” por parte del PSN. Cristina Ibarrola ha dicho que “no lo vamos a olvidar, ni a perdonar nunca que hayan vendido Pamplona” (Diario de Navarra, 18-12-2023).

Si por perder una alcaldía se siente así de dolida la alcaldesa, imaginen cómo se habrán sentido los familiares de los 3.400 asesinados por las derechas de Navarra en 1936. Si la pérdida del cargo de alcaldesa la va a sumir en semejante actitud anticristiana –la de no perdonar a sus enemigos–, póngase, si puede, en el lugar de los familiares de esas víctimas. ¿Cómo olvidar el asesinato impune y bárbaro de sus abuelos, padres y tíos? ¿Y perdonar? Ibarrola ni siquiera es capaz de hacerlo en asunto tan banal, aunque no le impide aconsejar a los demás que hay que pasar página y olvidar. Incluso, como médica, olvida que el odio no es nada recomendable para la salud.

Lo mismo dice Esparza: “Vamos a recordar a Sánchez esta infamia todos los días de la legislatura. Han entregado a la capital navarra a un partido fascista abertzale como EH Bildu. ¡Y esa mancha no la van a poder borrar nunca!”.

El nivel de importancia, dada por Esparza a los hechos que le afectan a su partido, no solamente refleja una doble vara de medirlos, sino el nivel rastrero de humanidad que arroja su interpretación. Que un partido político se altere de esa forma por la pérdida de la alcaldía y su presidente la considere como el hecho más transcendental de la historia de Navarra, olvidando la masacre de 3.400 navarros, no es propio de quien aspira a ser presidente de los navarros.

En cuanto al hecho de utilizar el pasado para justificar las posiciones actuales de UPN, es penoso. Si algo no deberían remover las derechas de Navarra es el pasado. Nunca fueron demócratas, ni constitucionalistas. Fueron golpistas y defensores de la dictadura.

Dice bien Juan Ramón Corpas, exconsejero del gobierno de UPN, que “basta un poco de memoria para recordar…” lo que ha pasado en estos últimos años. Así es, pero, él sólo recuerda las perrerías del PSN, pero no las de UPN, incluso, las suyas, siendo consejero con Barcina, cuyos nombres siempre irán asociados al “expolio de la plaza del Castillo”, en expresión de un juez. Corpas dice que “constatar lo del PSN le produce tristeza, viéndolo felizmente emparejado con los amigos de los asesinos” (Diario de Navarra, “PSN RIP”, 20-12-2023).

Más le valdría a este exconsejero poner nombres detrás de los “amigos de los asesinos”. No sólo para conocer a quienes califica como criminales, sino para que estos “amigos” lo denuncien judicialmente. Porque ya es hora de que la justicia intervenga e impida que dicha expresión se acepte como un dogma. Porque, no es una verdad, sino una etiqueta canallesca que responde únicamente a cálculos políticos y que, si los jueces no lo remedian, terminará por espantar a ingenuos ciudadanos. Mientras, repartamos de forma justa el citado sambenito.

Tanto Miguel Sanz, como Javier Esparza, actual presidente de UPN, han repetido como en 2019 que “UPN jamás negoció con Bildu, ni con sus franquicias anteriores, ni pactó política alguna, mucho menos la presupuestaria” (Sanz) y “nunca antes se había reunido una presidenta con EH Bildu en el gobierno” (Esparza) (Hemeroteca navarra, 15 y 19-12-2019).

Afirmaciones completamente falsas, pero ya se sabe que del pasado sólo se rescata lo que nos afirma en el presente y se olvida lo que del pasado pueda avergonzar al que fuimos.

Sanz, al recordar su pasado como vicepresidente del gobierno foral, olvida que él y el presidente allí recibieron a HB en el Palacio de Navarra el 8 de septiembre de 1993. La foto de ese encuentro la inmortalizó J. Diges de la agencia Efe. Fue para negociar los presupuestos. Sanz defendió un acuerdo con “los amigos de los asesinos” –Zabaleta, Olite y Araiz–, proponiendo utilizar 2.500 millones de pesetas (15 millones de euros), en principio destinados al pago de la deuda, y que HB propuso para financiar un plan de choque contra el desempleo. La negociación no fructificó, pero UPN negoció con los amigos de los asesinos. Pero no se diga que UPN no se sentó en la mesa con los “amigos de los asesinos”, porque sí lo hizo.

Es verdad que, en la actualidad, tanto Esparza como Sanz UPN sostienen que “no se negocia nada transcendental para la gobernabilidad con quien no condena a ETA”, pero no era ese su pensamiento en los tiempos en que ETA estaba en activo.

Recién nombrado presidente de UPN, Sanz se descolgó en Egin con unas declaraciones de este tenor: “Yo estoy a favor de la negociación y estoy a favor de que ETA deje las armas. La alternativa KAS contiene puntos que pueden ser perfectamente modulables en una negociación y que en algún porcentaje no quebrarían el marco establecido” (5-2-1989).

Sólo dos afirmaciones más.

Respecto a la ilegalización de HB, afirmaba: “Pienso que no se puede ilegalizar ninguna formación política que esté encuadrada dentro del marco constitucional y si HB cumple sus compromisos, el fiscal general de Estado no encuentra argumentos para su ilegalización, entiendo que no se debe ilegalizar”.

Respecto a amnistiar a los presos de ETA sostuvo: “Si en las negociaciones la amnistía a los presos es una de las premisas importantes para acabar con el terrorismo, yo pienso que la sociedad de España y el Gobierno del Estado podrían llegar a un esfuerzo, además creo que sería aceptado en gran parte por la sociedad española. A mi juicio es utópico decir que dejen las armas sin más y que el Gobierno va a apresar a los componentes de ETA y que nos les debe aplicar ninguna medida de reinserción. Eso a mi juicio es utópico y lo que está claro es que hay que ver la realidad del momento y eso tiene que valorarse en una mesa de negociación. Bajo esta perspectiva es positivo”.

¿Quién podrá fiarse de este club, más que de “desmemoriados”, de mentirosos compulsivos?

También firman Clemente Bernad, Carolina Martínez, José Ramón Urtasun, Carlos Martínez y Txema Aranaz. Todos son miembros del Ateneo Basilio Lacort