El histórico y al mismo tiempo inusitado –por el modo en que se produjo– acuerdo alcanzado el pasado jueves por la Unión Europea para abrir negociaciones tendentes a la adhesión de Ucrania al club de estados comunitarios es un paso fundamental en el plano político para la Unión pero que aún debe sortear numerosos escollos y vetos para ver la luz. Causa asombro, en este sentido, el modo en el que el Consejo Europeo sorteó el bloqueo que imponía Hungría para la entrada de Ucrania, y con ello sus propias normas que obligan a que todas las decisiones deban aprobarse por unanimidad: sencillamente, se invitó al líder húngaro Viktor Orbán a abandonar la sala mientras el resto (los Veintiséis) votaban. En todo caso, se trata de un acuerdo de alto contenido político en varios planos. El principal a los ojos del mundo es el importantísimo respaldo que supone para Ucrania, un país que está sufriendo una agresión militar intolerable y que lucha por su supervivencia como estado independiente frente a la actitud imperialista de Rusia. Un apoyo imprescindible que se añade al soporte que la UE ha prestado a Kiev desde el comienzo de la guerra y que supone un aviso a Moscú justo un día después de que Vladímir Putin aguara las esperanzas de una negociación tendente a la búsqueda de la paz, y también a EEUU, cuya ayuda inicial está ahora en cuestión por razones políticas internas. Asimismo, este acuerdo puede acelerar la tradicional burocrática parsimonia con la que la UE suele abordar su ampliación. Hay que recordar que Ucrania lleva treinta años llamando sin éxito a la puerta de Bruselas y que solo la agresión rusa ha cambiado la prioridad. En cualquier caso, el proceso será muy largo. Ucrania debe, según el pacto alcanzado, abordar varias reformas políticas, económicas y jurídicas importantes antes de poder formar parte de la Unión y sortear más vetos, en especial de Orbán, cada vez más lejano a los principios y valores de la UE y más cercano a los de Putin. De momento, en una actitud chantajista inadmisible, Hungría mantiene bloqueados los 50.000 millones de euros de apoyo a Ucrania. Europa debe consolidar y reforzar el paso dado, apoyar política y financieramente a Ucrania, acelerar su adhesión e invitar seriamente a Orbán a “salir de la sala” de la UE de modo definitivo.