n cualquier sociedad democrática lo normal es promover el debate entre distintos para, entre todos, avanzar en los objetivos que, en base a la decisión de las mayorías, se vayan definiendo. Eso debería ser así siempre. Pero, todos sabemos que, cada vez de un modo más descarado, existen grupos que además de usar sus argumentos para convencer al resto de conciudadanos de la bondad de sus ideas, utilizan su influencia económica y social para presionar en la dirección conveniente para seguir llenando sus ya rebosantes bolsillos.
Eso, ni más ni menos, es lo que han vuelto a hacer la derecha política y económica de este País, a partir de sus propios medios de comunicación y con la colaboración necesaria de insignes ciudadanos vascos aparentemente alejados de los intereses de la derecha española. El instrumento elegido para ello ha sido la publicación del documento Diagnóstico de la situación económica de Euskadi elaborado por el colectivo Zedarriak cuyo nombre según sus componentes hace referencia a los hitos que se dejan para indicar el camino en la montaña en aquellos parajes en los que el camino no es evidente. No me cabe la menor duda de que los hitos señalados por Zedarriak coinciden plenamente con los de del grupo social al que pertenecen sus componentes, lo que dudo seriamente es que esos hitos coincidan con el camino para conseguir una sociedad vasca con mayor nivel de vida y con una estructura social más justa. Eso me inducen a pensar varias frases que aparecen en el diagnóstico en cuestión que golpean con puño de hierro el planteamiento socio-económico desarrollado por el Gobierno Vasco desde 1980, aunque en las conclusiones sus objetivos se muestren envueltos en guante de seda.
En ese guante de seda en enmarca el reconocimiento de que “Euskadi destaca comparativamente por su nivel de prosperidad, su riesgo bajo de pobreza, su elevada inclusión social y las buenas condiciones de vida que disfrutan los ciudadanos. También por su capacidad de resiliencia y la colaboración público-privada”. Pero, a continuación, se resalta que no ocupamos posiciones regionales de liderazgo a nivel europeo, que es necesario reforzar la competitividad regional y que “una pérdida progresiva de tamaño económico relativo de nuestra economía, como hemos sufrido en el pasado, no es compatible con aspiraciones sociales de un mayor y mejor estado del bienestar”. La solución, para los redactores, pasa por crecer más que otras regiones, particularmente más que otras regiones del Estado y, especialmente, más que Madrid con quien las comparaciones en el informe son, no casualmente, constantes. Y para ello, señalan, habría que reforzar la competitividad regional e incrementar en el discurso político los conceptos creación de riqueza y progreso económico y reparar la perdida de arraigo en la mayor parte de las empresas tractoras que impulsaron el desarrollo económico en el pasado. Todo ello basado en unos datos económicos recogidos de varias fuentes, generalmente privadas, utilizando cada una de ellas para destacar aquello en lo que “no somos líderes” y situando la base de los análisis en 1975, en la entrada de la moneda única, en la crisis financiera de 2008, en 2012, o cuando sea, sin una pauta única que dé coherencia técnica a un informe construido para pedir e influir. Para pedir un desarrollo económico a cualquier precio, una rebaja fiscal para atraer profesionales y directivos vascos que trabajan en Madrid o en el extranjero que, como ganan más de 70.000€, “no les resulta fiscalmente atractivo venir a trabajar a Euskadi y, como no, la desaparición del impuesto sobre el Patrimonio. Y para influir porque, como no se vislumbra ningún escenario electoral en Euskadi hasta mayo de 2023...hay por delante, por tanto, año y medio para trabajar sin presión electoral y por tanto...548 días para la construcción de los pilares que asienten la Euskadi el futuro”.
No creo que la Euzkadi del futuro deba asentarse en los pilares de un documento desubicado temporal y socialmente. Es evidente que los datos no son el fuerte de este informe. Si hubiesen querido que lo fuesen, habrían acudido a fuentes oficiales de la Diputación Foral de Bizkaia para comprobar que el tipo medio efectivo en el IRPF en este Territorio en 2019, último ejercicio publicado, fue del 18,98%, muy lejos del 30,30% recogido por Zedarriak. de fuentes del Instituto de Estudios Económicos. Pero, para determinados colectivos, cualquier dato vale si se dice con contundencia y se repite de modo insistente. Tanto vale que hasta llegan a creerse lo que dicen y hacen afirmaciones tan contundentes como que en “Euskadi tributaron en 2017 por el Impuesto 16.846 personas que ingresaron 185 millones de euros y que si residieran en Madrid se hubieran ahorrado esa cantidad, para continuar afirmando que, si no existiera el impuesto, esas cerca de 17.000 personas podrían destinar el importe pagado a consumir más y con ello aumentar la recaudación del IVA, a ahorrar más y con ello pagar más por los rendimientos de capital del IRPF, o bien invertir más en el capital de empresas contribuyendo a su crecimiento y un mayor pago de los impuestos de sociedades y de IRPF”. ¡Toma!. ¡Y no sólo ellos! Cualquier persona podría hacer lo mismo con un ingreso extra de semejante importe. O mejor dicho, eso mismo no, porque muchos empezarían por sobrevivir ya que los casi 11.000€ por persona que, según sus datos, deberían ahorrase son un importe superior a los 10.302,6€/año en que quedó fijado el salario mínimo interprofesional en diciembre de ese mismo año 2017, cuando en la Comunidad Autónoma Vasca había 108.300 parados según el INE.
Alguien ha comentado estos días en la prensa que nadie se había planteado repasar el informe y creo que cometieron un error, puesto que habrían podido afinar sus fuentes, corregir los datos mal copiados del Presupuesto de la Comunidad Autónoma de Euskadi de 2022 y aprovechar para eliminar un párrafo que supone un auténtico desconocimiento del sistema de Concierto Económico y de la Ley de Aportaciones al afirmar que el Gobierno Vasco destina dinero a cubrir déficits de explotación del sector público de Euskadi e incluir a las Diputaciones Forales y Entes Locales entre los perceptores por ese concepto.
El horizonte propuesto por Zedarriak también se ve en la frase que afirma que hoy en día el progreso social ha ganado el terreno al progreso económico lo cual es una vía que anticipa una decadencia tanto económica como social. Por si alguien no lo ha entendido lo traduzco: hagamos que la economía crezca lo que haga falta para que yo pueda seguir manteniendo mi estatus y dejemos de incidir en políticas de redistribución de la riqueza que profundicen en la justicia social. Lo contrario, según apuntan, es populismo. Da igual que los Objetivos de Desarrollo Sostenible hablen de Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos y de Reducir la desigualdad en y entre los países. Lo que Zedarriak pretende es que sus empresas tengan la suficiente fuerza laboral en el futuro para que ellos sigan aumentando su patrimonio y apareciendo como empresarios de pro, aunque algunos de sus miembros desde los cargos ejecutivos que han ostentado en su vida profesional no hayan hecho lo suficiente por mantener arraigadas en Euzkadi las empresas tractoras que impulsaron el desarrollo económico en el pasado.
Desde abril 2022 hasta mayo 2023, a pesar de lo que afirme Zedarriak, sólo hay trece meses (y ya estamos en mayo) y precisamente los más problemáticos desde el ámbito de contienda electoral puesto que las sedes de los distintos partidos empezarán en breve, si no han empezado ya, a diseñar programas y candidaturas. No creo, en consecuencia, que las Instituciones Vascas ni el Gobierno Vasco, al que más directamente aluden, vayan a dedicar su tiempo a cambiar el rumbo de sus políticas en la línea indicada por el colectivo, máxime cuando sus políticas siempre han ido dirigidas por las ideas de desarrollo y justicia social con el fin de conseguir que incluso los no pertenecientes a las mayorías gobernantes pudieran llegar a reconocer que “Euskadi destaca comparativamente por su nivel de prosperidad, su riesgo bajo de pobreza, su elevada inclusión social y las buenas condiciones de vida que disfrutan los ciudadanos. También por su capacidad de resiliencia y la colaboración público-privada”. Entonces, ¿para qué sacarnos del camino? l
* Master en Hacienda y Finanzas Públicas por la UPV-EHU