as elecciones presidenciales, cada cinco años por estas fechas, constituyen el hecho más relevante del calendario político francés. En ellas se elige, directamente por el conjunto de la ciudadanía, al titular de la institución más importante del sistema político de la V República francesa, que instauró un sistema presidencialista con características muy peculiares cuya vigencia se mantiene, en sus rasgos esenciales, a lo largo de las seis décadas y media transcurridas desde su fundación (1958). Ocho presidentes se han sucedido desde entonces en la jefatura del Estado en Francia, consolidando a lo largo de todo este periodo a la institución presidencial como el eje y el centro principal del sistema institucional francés, lo que explica la relevancia política que tienen todas las elecciones presidenciales en Francia.
Las elecciones presidenciales en Francia presentan características distintivas (así como también la propia configuración institucional de la Presidencia de la República) en relación con otros países por lo que se refiere a la forma de acceder a la jefatura del Estado. La primera de ellas, el sistema de doble vuelta, que constituye una seña de identidad del sistema electoral francés, recogida después en los sistemas electorales de otros países y que entre nosotros también tiene sus adeptos. De acuerdo con este sistema, hay que esperar a la segunda vuelta, a la que concurren solo los dos candidatos más votados en la primera, para saber quién es el presidente de la República; que puede no serlo el que más votos haya obtenido en la primera vuelta, aunque hasta ahora no se ha dado nunca el caso. Esta modalidad permite combinar, según sus partidarios, el pluralismo de todas las opciones políticas, que se expresan en la primera vuelta, con mayorías presidenciales claras, que tienen su expresión en la segunda vuelta.
A esta característica distintiva de la doble vuelta en las elecciones francesas, hay que añadir otra no menos distintiva de las elecciones presidenciales en particular, de la que apenas se habla en los análisis y comentarios electorales y que, sin embargo, es clave para poder comprender adecuadamente el proceso electoral presidencial francés en su conjunto. Se trata de que tras la segunda vuelta y la proclamación del presidente de la República (en mayo), inmediatamente después (en junio) hay que realizar elecciones a la Asamblea Nacional, cuya composición es determinante para conocer la orientación del nuevo ejecutivo francés. El hecho de que este sea, de acuerdo con el diseño constitucional y la praxis política francesa, un Ejecutivo presidencial cuyo primer ministro es nombrado directamente por el presidente de la República, no debe ocultar que este tenga que tener muy en cuenta la composición de la Asamblea Nacional para formar un ejecutivo que pueda funcionar efectivamente con la suficiente estabilidad.
Esta situación, que establece un nexo de sucesión temporal entre las dos vueltas presidenciales y las elecciones a la Asamblea Nacional, ha dado lugar a que en el argot político francés se haya acuñado la expresión de la “tercera vuelta”, en referencia a que el proceso electoral presidencial no concluye definitivamente hasta que tienen lugar las elecciones a la Asamblea Nacional, tras la segunda vuelta presidencial. De esta forma, se establece una vinculación de facto entre la elección presidencial y la de la Asamblea Nacional (AN), inmediatamente después; lo que no plantea ningún problema si se dan mayorías claras y coincidentes en la Presidencia y la AN, como ha ocurrido hasta ahora; pero si estas no se dan y la composición de la Asamblea Nacional hace difícil la formación de mayorías parlamentarias en sintonía con la Presidencia, como puede ocurrir a la vista de las actuales previsiones, podría plantearse, dependiendo de la composición de la AN, una cohabitación particularmente compleja y problemática.
Pero ciñéndonos a esta primera vuelta de las elecciones presidenciales, un primer comentario a realizar es que los resultados que arrojan las urnas en ella no puede decirse que supongan cambios sustanciales en relación con los de las elecciones anteriores, al menos por lo que se refiere a las principales formaciones políticas, que siguen siendo las mismas y en el mismo orden, con leves variaciones, que en 2017. En efecto, LREM (La República en Marcha, el partido del actual presidente E. Macron) repite como primera formación política con un 27,8%, (24,01% hace cinco años). Igualmente Ressemblement National, de Marine Le Pen, repite como segunda fuerza política, aumentando también ligeramente sus votos (23,15% frente al 21,3% en 2017). Y, así mismo, la candidatura encabezada por J-L. Mélenchon, también con un ligero ascenso en votos (21,95%, frente al 19,58% en 2017).
Mayores cambios puede apreciarse en las formaciones que hasta las anteriores elecciones de 2017 han sido las preponderantes en la vida política de la V República. En este sentido, por lo que se refiere al partido que, bajo distintas siglas y denominaciones -UNR, UDR, RPR, UMP, actualmente LR Los Republicanos- ha sido el que mayor protagonismo ha tenido bajo la V República, no solo ha quedado eliminado en la primera vuelta (como en las anteriores elecciones de 2017) sino que ha agudizado su declive obteniendo los peores resultados de su historia: 4,8%, frente al 20,01% en 2017. Mucho peores aún han sido los resultados del PSF, que no han llegado siquiera al 2% del voto. Está por ver, en ambos casos, dada la irrelevancia de su respaldo electoral en esta primera vuelta y su exclusión de la segunda, si en la tercera vuelta pueden hacerse un hueco en la Asamblea Nacional que les permita emprender un proceso de recuperación a lo largo del próximo quinquenio.
Interesa reseñar estos datos de los recientes resultados electorales porque aunque la primera vuelta no sirve para elegir al presidente (y tampoco hay que presumir que quien más votos obtiene en la primera vuelta vaya a ser el futuro presidente), sin embargo la primera vuelta sí proporciona una radiografía del cuerpo político del país más exacta que ninguna otra consulta electoral. Interesa, así mismo, llamar la atención sobre el hecho de que esta radiografía del cuerpo político-electoral sirve para constatar el mantenimiento de unas constantes muy significativas del mapa político francés, como lo es el hecho de que las tres principales opciones políticas se consoliden, incluso experimentando una ligera variación al alza, al tiempo que las dos que habían venido siendo las vertebradoras del sistema político de la V República confirmen su declive, si bien en esta ocasión de forma mucho más acusada.
Es pronto aún para poder afirmar si el mapa político francés ha experimentado un cambio definitivo en el que las dos principales formaciones políticas en las cuatro últimas décadas están desapareciendo del escenario político o, por el contrario, se trata de un paréntesis pasajero hasta la recomposición del que había existido hasta 2017, aunque sea bajo formas nuevas. En cualquier caso, lo que sí parece cierto es que la irrupción de las tres formaciones -La República en Marcha de Macron, el Ressemblement National de Le Pen y la Francia Insumisa de Mélenchon- que en estas últimas elecciones (2017 y 2022) han desplazado a las dos -PSF y LR- que habían venido alternándose en la Presidencia de la República, en los sucesivos gobiernos y en las mayorías parlamentarias en la Asamblea Nacional, introduce una serie de factores nuevos en la dinámica política de la V República que nos sitúa en un escenario que difiere sustancialmente del que había sido habitual hasta ahora.
Como decíamos en los párrafos precedentes, es preciso saber cuáles van a ser los resultados no solo de la segunda vuelta, el próximo domingo, sino también los de la tercera vuelta, en junio, para conocer cuál va a ser la composición de la Asamblea Nacional y poder hacer así el balance final de las elecciones presidenciales. Sean cuales sean los resultados, lo que ya es un hecho constatable son las transformaciones que en este último periodo (2017-2022) está experimentando el mapa político francés, sin duda las más relevantes en las más de seis décadas de vida de la V República. Lo que en este momento resulta más difícil de prever es cuál va a ser la evolución de los acontecimientos en el próximo periodo que se abre tras estas elecciones, en especial por lo que se refiere a la reconfiguración del mapa político e institucional y la consolidación, o no, de las expectativas de cambio político que se han puesto de relieve en las dos últimas elecciones presidenciales (2017 y 2022). * Profesor