l Estatuto de Gernika ha sido y sigue siendo una eficacísima herramienta para sacar adelante la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) en momentos muy difíciles, especialmente económicos y culturales. Hoy, los ciudadanos de la CAV somos una sociedad avanzada, gozando de un apreciable nivel de vida, con una administración eficaz y con el euskera presente en todos los niveles de la enseñanza y la administración, siendo más sombría la situación con respecto al euskera en la Comunidad Foral de Navarra (CFN).

Sin embargo, la cara oscura de la moneda está en que la aplicación del actual estado de las autonomías, especialmente en la CAV, ha conllevado el efecto perverso de poder considerar que la CAV representa a toda Euskadi o Euskal Herria. Incluso sectores vasquistas de nuestra sociedad, y sin casi darse cuenta, empiezan a considerar como normal la división de Euskal Herria en tres administraciones, sin ninguna relación entre ellas y viviendo sus ciudadanos, todos vascos, de espaldas unos a otros.

En el caso de la CAV, los esfuerzos de los partidos vasquistas van en el sentido del cumplimiento íntegro del citado Estatuto e incluso en un momento dado en rebasarlo, lo cual redundará sin duda en beneficio de todos los ciudadanos. ¿Pero cuál sería el ámbito de aplicación? ¿Otra vez la CAV, asentando para siempre la división de nuestro País en tres administraciones? ¿Realmente queremos un mayor grado de soberanía para solo una parte de nuestro territorio y seguir el aislacionismo actual con el resto?

La reunificación política de Euskal Herria se antoja extremadamente complicada, seamos realistas. Sin embargo, la unificación cultural y lingüística y el sentimiento de pertenecer todos los ciudadanos vascos a una misma nación no parece medida imposible si hay la suficiente voluntad.

Las dos recientes sentencias euskarófobas por parte de dos tribunales ajenos a la voluntad mayoritaria del País, como el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) y el Consejo Constitucional Francés, deberían de representar un fuerte aldabonazo en este sentido.

Sin olvidar la lamentable actuación del TSJPV, la sentencia del Constitucional francés es de una agresividad inusitada dado que la situación del euskera en Iparralde es más que preocupante.

En esta situación, ninguna nación del mundo abandona a la parte más débil de su territorio sin amparo. Y de todas las posibles medidas a aplicar con respecto a la salvaguarda del euskera, una muy concreta y quizás la más urgente en este momento sería que la CAV se implique subsidiariamente en asegurar la enseñanza en euskera en Iparralde.

La existencia hasta hace unos años de la denominada Escuela Francesa- Écoles Françaises de Saint Sebastien, centro extraterritorial francés en San Sebastián, con dirección, profesores y programas dependientes de la Inspección General de la Educación Nacional francesa, podría servir de modelo para la ampliación en los casos necesarios de la red pública vasca a Iparralde.

Siempre se podrán argüir todo tipo de dificultades técnicas, de presupuesto, jurídico, político, etc. Pero si hay una fuerte voluntad, de una forma u otra, se conseguirá, incluso recurriendo si hiciese falta a tribunales internacionales, siempre más garantistas en el respeto a todo tipo de derechos, como lo van demostrando caso tras caso.

Además de lo anterior, la multiplicación de todo tipo de relaciones institucionales, especialmente entre Hegoalde e Iparralde por la dificultad añadida del efecto frontera, sin olvidar que incluso Navarra está dividida entre los dos estados, así como todas las acciones necesarias que unan a los ciudadanos de los 7 herrialdes, ya se antoja de una urgencia extrema después de estos últimos 40 años, totalmente desaprovechados en este sentido.

Entendemos que es al Gobierno y Parlamento de la CAV a quien, por su peso demográfico y su mayor nivel de autogobierno, le corresponde liderar de forma urgente este movimiento. Sin olvidar tampoco al resto de entidades públicas, que deberían de dar el salto del habitual pero estrecho marco local al nacional. Las entidades privadas, con el respaldo y amparo necesario, es seguro que los acompañarían en ese viaje.

Todo, salvo seguir otros 40 años en la situación actual, diluyéndonos inexorablemente como nación y convirtiendo en realidad el viejo sueño franquista de reducir el País de los Vascos a las Provincias Vascongadas.