La antigua y falsa dicotomía de mentalidad claramente populista entre salud y economía se pierde en la noche de los tiempos. Porque, tratar de oponer la variable de los recursos médicos -tal como acostumbran aplicar algunos- a la de los euros disponibles, resulta a todas luces errónea, ya que ambas están entrelazadas. Ademas, numerosos expertos en la materia coinciden en dar cuenta de la absoluta y total prioridad del impacto positivo de una buena salud sobre el crecimiento económico. Una buena salud de un país, en consecuencia, acarrea el aumento sustancial de su economía, mientras -por el contrario- una mala salud, constituye un considerable obstáculo para su crecimiento. Y es que tan solo un buen sistema de salud física y psicológica, fuerte, accesible y sustentable, que brinde prevención y asistencia a todas las personas indiscriminadamente -además de ser uno de los bienes más preciados y el mayor tesoro de nuestra vida- garantiza una vida plena y una verdadera promoción del bienestar general para el presente y el futuro.
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