Hace cuatro y cinco décadas los intereses de los préstamos hipotecarios para comprar vivienda estaban del 15% para arriba. Los beneficios de las cajas y bancos subían año tras año de forma aparentemente imparable. La moda de los yuppies era ensalzar y echar flores a cualquier pelotazo especulativo y Ruiz Mateos, Mario Conde y compañía fueron hasta nombrados catedráticos de honor en renombradas universidades. Estaba de moda echar al sistema financiero español más incienso que el que recibe Santiago Matamoros, patrón de España, en un quinquenio. Sin embargo, el sistema financiero español constituía ya entonces y constituye ahora el agujero negro más voraz e insaciable del firmamento económico, para el que los 60.000 millones de euros aportados en la última crisis para Bankia y compañía no son más que el chocolate del loro.
El mercado hipotecario del Estado, basado sobre todo, en la injusta legislación de arrendamientos, que resulta desastrosa para arrendatarios y arrendadores (en Alemania el 75% vive arrendado y aquí no llega al 20%) ha obligado y obliga a muchísimas ciudadanas y ciudadanos a entregar más del 30% de sus ingresos a la banca durante la mitad de su vida laboral. Ese era el origen de las extraordinarias ganancias y del poder bancario. Pero, como consecuencia del impacto de las sucesivas crisis que son cíclicas, planificadas y estructurales añadido al inconmensurable aumento de la liquidez planetaria (¿cuantos mundos no se podrían comprar con el dinero líquido del planeta?), el mercado de los intereses y réditos se ha modificado profundamente. La consecuencia evidente de las últimas políticas monetarias es su progresivamente mayor dependencia de los ámbitos supranacionales. Está prevaleciendo así la especulación sobre la producción y el consumo, como origen de las acumulaciones de capital. Esa es la base del progresivo incremento de los fondos financieros o buitres, que están sustituyendo a los bancos en una buena parte de los quehaceres de la intermediación financiera. Y por cierto, sin licencia bancaria.
En el año 2000 el fatídico tándem económico de Aznar-Rato cambió, entre otros muchos desastres económicos, el sistema de subastas. La banca sustituyo a los llamados “buitres de los juzgados” que hasta entonces acudían a las terceras subastas (que ahora no existen), organizados en cuadrillas, más o menos mafiosas. Desde la ley 1/2000 la banca ya no necesita más que una sola subasta a precio previamente manipulado por una nueva valoración y ha ocupado el lugar de “los buitres del juzgado”, que han desaparecido. La consecuencia ha sido que cada entidad bancaria se ha ido haciendo en diez o quince años con miles de viviendas; y los grandes bancos con varias centenas de miles de viviendas cada uno de ellos. Se calcula que quizá con más de dos millones y medio de viviendas en su conjunto. Ese fue uno de los componentes no el único de la “burbuja inmobiliaria”, que en realidad constituyo una apropiación legalizada. Esa ha sido también, en buena medida, una de las puertas de entrada de los fondos buitres.
A la banca sin embargo, no le bastó con devorar el pastel inmobiliario de dos millones y medio de viviendas, ni con las tajadas, que le deparó la dilapidación catastrófica del sector público por el tándem Aznar-Rato. La banca consiguió también engullir buena parte del sistema de las cajas de ahorro, que hasta hace 20 años suponían más del 55% de la intermediación financiera en el estado; y además de ello, asimilar el resto de cajas al sistema bancario. Resulta significativo recordar que prácticamente el único acuerdo, que en materia económica alcanzaron Zapatero y Rajoy, fue el de aniquilar el sistema de cajas, que sin embargo, en otros países, como Alemania, ha subsistido. Las fake news empleadas para justificar aquella operación de liquidación del sistema de cajas, resultan hoy día muy significativas: que si la necesidad de capitalización, que si la necesidad del incentivo de las ganancias empresariales, que si las exigencias de la competencia del libre mercado, que si el sistema bancario español es sólido y fuerte, con lo que se le llenaba la boca hasta a Zapatero ¡Que se lo digan ahora a los accionistas del Banco Popular! De todos modos el paradigma de despropósito más bochornoso fue el de CAN.
La cadena de escándalos bancarios cláusulas-suelo, gastos notariales e impuestos de escrituración y tasas de inscripción registral de las hipotecas, intereses usurarios, etcétera no ha terminado; miles y miles de pleitos son la consecuencia. Es el protagonismo de personajes tan poco recomendables como Francisco Gonzalez, Botín y compañía, el que ha deteriorado en buena parte la imagen de la banca que estaba basada en la propaganda más que en la realidad.
La nueva realidad es la sustitución de la banca por los fondos financieros en muchos aspectos. Se trata entidades gestoras de capital agrupado para negocios exlusivamente especulativos y no de inversión productiva estable. A tal efecto compran compañías, fabricas, viviendas, acciones, créditos, etcétera. Sus matrices están muchas veces en Luxemburgo, Dublin, o en paraísos fiscales. No cuentan con la “ficha bancaria”, de la que tan infantilmente presumía Banca Cívica o el Banco Madrid del Banco Guipuzcoano. Ante los miles de créditos que en solamente Navarra han adquirido estos fondos, los resortes legales para hacerles frente (que son el retracto conforme al precio individualizado de su adquisición) no resultan fáciles. Tampoco cuando se adueñan de centenas o miles de viviendas de protección oficial. En este caso resulta altamente preocupante aunque sea imprescindible, el acuerdo que los legitima. Hay que establecer pautas de defensa en el derecho en por lo menos, tres direcciones: el derecho de rescate público de las viviendas protegidas; la responsabilizacion fiscal tanto en cuanto a la ocupación y al arrendamiento, como en cuanto a los beneficios de las plusvalías generadas por las trasmisiones; y en tercer lugar con una modificación especifica del impuesto de sociedades para estas entidades.
El dinero no es un invento humano muy viejo; durante más de 18 dinastías del Imperio Egipcio no existía. La economía tampoco es tan antigua; quizá el libro De Uxuris de Martin Azpilicueta es uno de sus precedentes más curiosos al explicar la productividad del capital y la justificación moral de su compensación por medio de réditos antes negada y prohibida para los cristianos. Pero es evidente que no solo Karl Marx, autor de El Capital, sino hasta el propio Adam Smith o Keynes, se escandalizarían con la permisividad legal actual ante los fondos buitre más que con la innata voracidad de estos. ¿Cuántos impuestos ha pagado en la Hacienda de Navarra hasta ahora el fondo buitre Testa? ¿Y de cuántas subvenciones se ha apoderado ya? Habrá que seguir.