‘Brexit’, capítulo...
Cacé el otro día al azar un fragmento del biopic sobre Margaret Thatcher en el que abronca sin dejarse una letra a sus colaboradores por su ductilidad en una negociación con Europa. Uno de los personajes, un hombretón al que trata de lord, casi se echa a llorar y al final de la reunión presenta su dimisión. Supongo que Thatcher era algo así como la Chuck Norris de la política. Y supongo que a Theresa May le gustaría ser más como ella, pero o no le sale o no le dejan. De todos los órdagos de May en el embrollo del Brexit se acaba de caer el que parecía darle una baza frente a Bruselas, advirtiendo ya a la Cámara de los Comunes de que si la semana que viene vuelven a rechazar su plan de salida está dispuesta a solicitar una prórroga, “breve y limitada”. May jugaba con el calendario, con que la presión de la proximidad del 29 de marzo y el temor a un divorcio sin acuerdo amortiguaría las discrepancias y los rechazos y le daría cierto margen, jugaba a quién aguanta más pisando el acelerador avanzando hacia el abismo. Y ayer pisó el freno. La advertencia desarbola la estrategia que hasta ahora había desplegado May ante Bruselas y ante sus críticos y deja sobre Londres la presión. Y añade un factor más de incertidumbre: que los plazos acaben forzando una participación británica en las elecciones europeas.