Cae en mis manos un dato de un estudio que ya tiene algún año, así que supongo que la cifra será aún más flipante. Según una encuesta de una empresa de seguridad informática entre 2.000 madres de diez países -incluido España-, el 81% de los bebés menores de seis meses está presente en alguna red social o Internet. Ocho de esos diez bebés que un día cualquiera usted se cruza en sus carritos tiene alguna foto suya en el perfil de Facebook de su madre, en el Instagram de su tío, en el blog de su padre,... El fenómeno tiene su propia denominación, of course: sharenting (de share, compartir, y parenting, crianza). E incluye otros datos, como que un 5% de los niños menores de dos años tiene algún perfil propio -todo lo propio que puede ser un perfil en una red social a esa edad- o que, al parecer, según otro estudio de la Universidad de Michigan, el 56% de los padres comparte información potencialmente vergonzosa de sus hijos, un 27% sube fotos inapropiadas y un 51% ofrece datos que podrían llevar a la localización del menor. Se entiende el orgullo, la voluntad de compartir felicidad, incluso cierto hedonismo exhibicionista, pero si la intimidad no es suficiente motivo, convendría tener presentes los riesgos, que en algunos casos se relacionan con la comisión de delitos. Será que soy muy mayor y nada millennial...