La decisión del Gobierno español a través de Capitanía Marítima de Pasaia de denegar al atunero transformado en barco para el rescate de inmigrantes Aita Mari el permiso para zarpar hacia el Mediterráneo es incomprensible y muy negativa desde el punto de vista humanitario, un error y una torpeza desde el punto de vista político y un absurdo desde el punto de vista técnico. La resolución adoptada por el Ejecutivo español el pasado viernes es calcada a la adoptada cinco días antes con el Open Arms, buque al que también le denegó el despacho para zarpar desde el puerto de Barcelona. Se trata, por tanto, de un criterio fijado. Una decisión política que, de facto, está impidiendo posibles rescates en el mar de inmigrantes en grave riesgo para sus vidas. La excusa de Capitanía Marítima es difícilmente sostenible. Argumenta que el cierre de puertos europeos para la llegada de inmigrantes como sucede en Italia y Malta obligaría al Aita Mari a navegar largas distancias con las personas rescatadas a bordo, lo que le haría incumplir la normativa marítima. Una denegación preventiva, basada en meras sospechas de que el buque humanitario vasco no respetará la normativa internacional vigente en el rescate de náufragos. La negativa a que el Open Arms y el Aita Mari zarpen hacia la zona en la que se están produciendo más muertes de personas que simplemente buscan huir de la muerte, la violencia y el hambre y recalar en Europa supone un giro inesperado y muy perjudicial en la política migratoria del Gobierno de Pedro Sánchez, que en sus primeros momentos tuvo gestos que parecían efectivos pero se han revelado efectistas hacia la inmigración. De hecho, hace menos de un mes, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, afirmó que la autorización para el Aita Mari estaría dispuesta “en poco tiempo”. Por ello esta decisión es aún más incomprensible y dolorosa. Porque la tragedia continúa. Ayer mismo se supo que una barca con un centenar de inmigrantes había pedido ayuda al encontrarse en dificultades frente a las cosas de Libia. Por su parte, la llegada de inmigrantes por mar a España se ha cuadruplicado en la primera quincena de enero, con 2.912 personas. Mientras, los Estados europeos no solo rechazan la acogida incumpliendo sus propios compromisos, sino que, como ahora España, impiden el rescate de personas condenándolas a una muerte más que probable.