Están los viejillos del cortado mañanero con un mosqueo importante, a la altura del que pillaron algunos cuando nuestro escanciador de café y otras sustancias nos intentó prohibir por decreto oficial el consumo del pintxo de tortilla maridado con el café con leche porque aquello era sacrilegio. Como entonces, alguien les está diciendo que lo que hacen está mal y se están cansando de que todo el mundo se crea más listo que Stephen Hawking, sobre todo si se tiene un móvil a mano y un perfil en una red social. Con el sonido de urnas latente, reflexionan que todo el mundo parece tener derecho a decirles que si no votan, mal; si votan esto, mal; si votan lo otro, mal; si protestan por lo que el resto vota, mal; si no protestan, mal; si salen a la calle para defender sus pensiones, mal; si dejan de hacerlo, mal; si no pueden o no quieren salir, mal; si no se sienten cercanos a una determinada reivindicación actual, ya sea política, social o económica, mal; si se implican mucho en una determinada reivindicación actual, ya sea política, social o económica, mal; si expresan lo que piensan, mal; si no dicen lo que reflexionan, mal; si sacan lecciones del pasado, mal; si quieren opinar del presente, mal... Así que han decidido mandar a tomar por saco a todo el mundo y mojar el pintxo de tortilla en un Sol y Sombra. Eso sí que está mal.