Están los viejillos del cortado mañanero totalmente desconcertados. Y no es la política, ni los avatares sociales ni las cuestiones familiares lo que les tiene medio locos sin saber a qué atenerse en esta vida llena de incertidumbres. Claro, varios de ellos acaban de regresar de Canarias, de estar unos días sin los calcetines hasta la rodilla, luciendo pecho caído y arrasando con los buffets de desayuno y cena, que con la excusa de “yo he pasado una guerra” no conocen medida cuando de comida se trata. Pero resulta que a la vuelta, alguno ha ido al economato del barrio y se ha encontrado los primeros puestos con turrones y polvorones. ¡Principios de octubre! Y, hombre, ya se sabe que dicen que pensando en Navidad es bueno comprar algunas cosas con tiempo, que luego todo sube de precio, pero eso nos ha llevado a que alguno de los viejillos le haya preguntado a nuestro escanciador de café y otras sustancias si puede ponerse a congelar tabletas de Suchard como si no hubiera un mañana, sobre todo pensando en los nietos, que el chocolate les pone. Es más, han pedido a los más jóvenes pistas sobre los regalos de moda y a mí, si ya sabemos en el periódico los espectáculos infantiles y cuándo abren lo del PIN. ¡Principios de octubre! Estamos perdidos.
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