Entiendo que la pelea a codazos por ciertos espacios ideológico-electorales está siendo dura; de ahí, supongo, el enardecimiento de Pablo Casado el pasado domingo. “La Hispanidad es la etapa más brillante de la historia del hombre junto con el Imperio Romano”, dijo el líder popular, con el 12 de octubre de telón de fondo. “¿Por qué?”, se autopreguntaba Casado, que debía de intuir que podría haber causado cierto desconcierto en algún oyente. “Porque nunca antes el hombre había conseguido trasladar la cultura, la historia, la religión, la historia de una nación, a tantos sitios a la vez”, se respondió. Tras escucharle, no sabría decir si el final del XV o el XVI, los reinados de los Reyes Católicos o Carlos I por ejemplo, fueron la etapa más brillante “de la historia del hombre”. Parece que no de la mujer, Casado no nos menciona. Me gusta la canción de Los Nikis, ya saben, “1582, el sol no se ponía en nuestro imperio, me gusta mucho esta frase”. Y también Asterix, lo que me acerca, desde la aldea de irreductibles galos, a la Antigua Roma. Como no quiero entrar en terrenos serios, concluyo animada por este súbito interés político por la Historia. A ver si va a resultar que un día de estos situamos la Historia, la Filosofía, la Literatura o el Arte, por ejemplo, en el lugar que merecen en nuestro sistema educativo.
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