Cerveza
Cuando oigo hablar del cambio climático mi memoria -un desastre generalmente y además bastante caprichosa- rememoro a cierto presidente del Gobierno sentando cátedra para, sobre la base de las reflexiones de su primo, restarle trascendencia -por cierto que el mismo presidente, hoy ya expresidente, se enmendó a sí mismo años después- y a un hoy presidente diciendo -más bien tuiteando y antes de ser elegido presidente- que eso del cambio climático es, pura y simplemente, un invento de China para perjudicar a la industria estadounidense. En esto del calentamiento global, los hay convencidos y luego los hay absolutamente negacionistas, además de aquéllos que opinan que para cuando el planeta esté al chup-chup ellos estarán criando malvas así que el que venga detrás que arree. No sé si el estudio que acaba de publicar la prestigiosa revista Nature sobre el impacto del cambio climático en la producción mundial de cebada y, como consecuencia, sobre la producción mundial de cerveza sacudirá alguna conciencia sensible a este producto entre los más desconfiados sobre el calentamiento global. Concienciación medioambiental al margen, me temo que de aquí a unos años andaremos pendientes de la cotización de la cebada en el mercado de futuros.