Nudo gordiano
Siento ser un aguafiestas, pero tengo el ánimo por los suelos. Incluso, más abajo de lo que suele ser habitual en un personaje tan cenizo y derrotista como el que suscribe este breve atentado literario. Pero, no lo puedo evitar. Verán, uno se ha criado en esto del periodismo con una serie de temas de referencia que, año a año, han dado páginas y titulares con cierta profusión hasta el punto de generar en el oficio ciertos automatismos a la hora de encararlos. En ese listado de socorridos refugios de la actualidad se encontraban el contencioso del enclave de Trebiño, la amenaza de la central nuclear de Garoña, los agravios que ha padecido históricamente el aeropuerto de Foronda, el soterramiento del ferrocarril o el maltrato a Gasteiz por parte de las altas esferas de la Euroliga como aspirante a sede de la Final Four. Y, ahora, en apenas unos meses, un compendio de providencia, casualidades, insistencia, talento y talante han obrado el milagro de desenredar el nudo gordiano de las soluciones y, con ello, de poner en cuestión el orden mental dominante en las redacciones de la ciudad. Todo ello ha provocado una evidente orfandad en mi acervo profesional, catalogado en un muestrario que ya requiere de una honda revisión en busca de nuevas referencias vitales.