Se están poniendo bravas
Me tienen alucinado. No me entiendan mal, no es cuestión de caer en el tópico, pero a nuestro grupo de viejillos del cortado mañanero los tenía por hombres a la antigua usanza, de pelo en pecho y meada en pared. Algunas anécdotas, algunos comentarios, algunas conversaciones sobre cómo iba la nieta el otro día... ¿Eso que ahora llaman micromachismos? Pues puede ser. Pero desde que el tema de las pensiones me los tiene agitados y reivindicativos, les noto cambiados, como tomando conciencia. El otro día, sin ir más lejos, entré al bar y me encontré a tres gritando Gora borroka feminista mientras en la televisión del local salían imágenes de una concentración contra la sentencia de La Manada, no les digo más. Los pelos como escarpias. Es más, no puedo reproducir aquí ni una sola de las cosas dichas sobre el juez de la absolución entre sorbo y sorbo. Para echarse a temblar. Eso sí, acallados los gritos y mientras seguíamos viendo la televisión, uno de los ancianos presentes saltó: “se están poniendo bravas de verdad, éstas van a cambiar las cosas”. La frase generó debate, no les voy a engañar. Igual que la propuesta de comprar txapelas moradas para la próxima vez que haya que salir de manifa. Bueno, eso casi ocasiona una revolución.