Antes, hablabas de espías y pensabas en las novelas de Frederick Forsyth o en James Bond. Por supuesto, imagino, todo bastante alejado de la realidad. Buscas espionaje en el diccionario de la RAE y en la segunda acepción encuentras la definición “actividad secreta encaminada a obtener información sobre un país, especialmente en lo referente a su capacidad defensiva y ofensiva”. Y todo suena tan a Guerra Fría, a KGB vs. CIA, a gabardinas y agentes tras un periódico en el lobby de un hotel. Y para redondear esta especie nostalgia tonta -tonta porque remite al cine, a novelas, a la ficción en definitiva-, resulta que espionaje deriva de una palabra francesa, espionnage, que todo suena más bonito en francés. Pero hoy, el espionaje es hacking. Bueno, quizá habría que darle la vuelta para decir que el hacking lo invade todo, también el espionaje. EEUU acaba de hacer por primera vez una acusación formal contra dos funcionarios rusos del Servicio Federal de Seguridad -antiguo KGB- por contratar a dos hackers para robar datos de cientos de millones de usuarios de Yahoo. Según Wikileaks, la CIA tiene un sistema que le permite hackear móviles y televisiones... Incluso según una asesora de Donald Trump, Barack Obama espió al ahora presidente hackeando un microondas. Es la revolución tecnológica.
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