Echando mano del mundo de ciclismo, podríamos decir que estamos en la jornada de descanso, cogiendo aire tras la primera tanda de etapas de alta montaña. Hora de un primer balance. Habrá quienes anden con el Alka-Seltzer atascados aún en la cena de Nochebuena; quienes estén recuperándose de esa copita de más que sí, sabíamos que nos pasaría factura, pero qué buena idea parecía; chavalería que ande enfrascada en hacer aprecio a Olentzero y los que se hayan lanzado a ejercitar su derecho a cambio, que a Olentzero, con el ajetreo y las prisas, a veces le falla el ojo con las tallas; los que estén ya con las máquinas a todo trapo preparando la Nochevieja; aquellos que anden del PIN a la pista de hielo y vuelta con los txikis, en plan eterno retorno nietzscheano; y también quienes estén contando los días deseando que se pase la sobredosis de turrón, espumillones y villancicos de una jodida vez y vuelva la bendita normalidad. En el balance particular, este año se nos dio de baja la bola número 39 del bingo, lo que estuvo a punto de provocar una impugnación masiva de las tres primeras partidas solventada gracias a la buena voluntad navideña, y recordando a quienes no están pero siguen estando la generación más joven añadió a su diccionario la expresión “pasar recado”. Listos para la siguiente etapa.