La singular operación policial que tuvo lugar la noche del viernes en la localidad labortana de Luhuso, y que se saldó con cinco detenidos y la intervención de armas, explosivos y diverso material pertenecientes a ETA, vuelve a poner sobre la mesa la realidad de un irresponsable y perturbador bloqueo del proceso de paz, más de cinco años después del anuncio de cese definitivo de la violencia por parte de la organización terrorista. En este sentido, los rocambolescos hechos que han tenido lugar en las últimas horas ponen al descubierto, por una parte, la aparentemente firme intención de ETA de proceder de alguna manera -siquiera simbólica o parcial- a su desarme y la imperiosa necesidad que tiene la banda de buscar la implicación de otros agentes en este proceso dada la nula voluntad de los Estados español y francés de asumir su papel; y, por otro lado, la no menos firme determinación del Gobierno de boicotear cualquier intento de ETA de escenificar una entrega de armas que pudiera aprovechar como elemento propagandístico. El problema es que también el Ejecutivo español ha buscado el mero impacto mediático y el aprovechamiento político. No tiene sentido alguno desarrollar a bombo y platillo una operación de esa envergadura simplemente para desbaratar “una acción propagandística” de ETA, como lo define el propio Ministerio del Interior. En este escenario, es no solo lógica sino incluso necesaria la implicación de la sociedad civil con el objetivo de romper este bloqueo infinito, como han hecho en esta ocasión varias personas de colectivos sociales, entre ellas las cinco personas detenidas, que ni son ni han sido terroristas, ni tienen vinculación alguna con la violencia y cuyo arresto sobrepasa con mucho la arbitrariedad. Sin embargo, la real o presunta buena fe de estas personas y otras muchas pertenecientes a la sociedad civil no basta para articular un proceso de desarme serio, efectivo, definitivo y con plenas garantías. En el camino hacia la paz, el desarme y la desaparición de ETA no caben la chapuza, la improvisación y la propaganda, como tampoco el insensato boicot. La lectura positiva es que, por fin, ETA parece dispuesta a dar pasos efectivos hacia su desarme total, aunque deberá hacerlo a través de mecanismos más eficaces -ahí tiene la propuesta concreta del Gobierno Vasco, que tendría recorrido- para sortear la segura obstrucción del Estado español.