Cuando llega el caso de celebrar algún puente festivo se oyen voces en contra. Esta misma semana tenemos este hecho pero con aumento ya que es un día sí y otro también cuando hay que trabajar o descansar. Sería interesante que se analizase definitivamente este asunto y se tomase una respuesta que pudiera satisfacer a las partes afectadas. Por una parte, el turismo puede tener mejores expectativas; por otra, algunas empresas no están de acuerdo por las molestias que les ocasionan estos paros entre semana; los trabajadores (quienes tengan acceso al día libre) satisfechos. Habría que desplazar estas fiestas al lunes, de forma que todos los trabajadores tuvieran libre. Y por supuesto ello redundaría en beneficio de todas las partes. Es igual celebrar una festividad en miércoles que en sábado o en lunes. Demos oportunidad de mejorar la situación personal y laboral de los trabajadores y ofrezcamos a las empresas de diversos ámbitos un plus que les beneficie en su producción.

Quería hacer llegar la situación ante la que me encuentro debido a una dolencia médica tratada en Osakidetza en la que destaco en nivel de desinformación al que nos vemos sometidos los usuarios, tanto a nivel de realización de pruebas, información de resultados, diagnósticos y evolución de los tratamientos, en una era denominada como era de la información. Época en que la información es tratada en tiempo real y la disponibilidad de estas pruebas y sus informes por parte del personal cualificado es casi inmediata a su realización. Pero eso no conlleva una mejora en la calidad del servicio prestado, ya que los usuarios/clientes no disponen de ella hasta pasados largos periodos, en ocasiones meses.

También destacar la epopeya que supone conseguir estas informaciones: en consultas te dan una plazos orientativos, que son las estimaciones del profesional para la realización de pruebas y tratamientos en base a su criterio médico, pero que una vez entran en la vía administrativa se desconoce su tratamiento, estado, plazo real, etc. Informaciones muy complicadas de conseguir y que en ocasiones da la impresión que están en un limbo a la espera de que alguien las trate. Esto genera estados de tensión y ansiedad en los pacientes y allegados que nos sentimos tratados como meros elementos inanimados en una sociedad cada vez más deshumanizada. Situación paradójica en una sistema de salud pública.