Es difícil expresar con palabras la gratitud y el reconocimiento que nos merecen el trabajo y la actitud mostrada por todo el personal del Hospital durante las diferentes estancias y tratamientos a que se vio sometida nuestra madre. Desde enero, en un periplo doloroso y triste, fueron múltiples los ingresos, intervenciones y cuidados que se le prodigaron en las instalaciones de dicho centro hasta su fallecimiento reciente.
No sé cómo hubiera soportado la familia (y la paciente) tanto sufrimiento sin el apoyo, la profesionalidad, las infinitas atenciones en el trato y la ternura mostrada por las personas que tuvieron contacto y acceso a nuestra madre (y a nosotros). No hacemos distingos entre las personas de la 3ª planta, de Traumatología (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpieza...), porque desde todos los ámbitos la atención fue excelente. No nos cabe duda, aunque nuestra referencia directa es todo lo que tiene que ver con la Unidad de Traumatología (habitación 341, en el último ingreso) de que es la pauta de funcionamiento habitual en todo el Hospital y una manera de hacer las cosas que va desde la dirección hasta el servicio de mantenimiento. Gracias, por tanto, y nuestro reconocimiento como usuarios de un servicio público de tan alta calidad.
Queremos hacer extensiva esta gratitud, y por las mismas razones, al Centro de Salud de Lakuabizkarra, que atendió, curó y orientó a nuestra madre y a nosotros, proponiendo siempre la mejor opción y atendiendo a nuestros requerimientos en todo momento. Cuando desde la actividad política se hacen planteamientos economicistas en forma de recortes o privatizaciones de los servicios sanitarios, se está mermando la capacidad de estos trabajadores para ofrecer curación y consuelo, así como el derecho de los ciudadanos a ser tratados con la calidad que merecen en la enfermedad y en la muerte.
¡Admiración y respeto por vuestro trabajo!