Que seis de las diez carreras universitarias con nota de corte más alta -es decir, con mayor demanda entre quienes acceden a la universidad- en los campus de la UPV/EHU puedan englobarse en las denominadas ciencias de la salud y al menos otras dos tengan su principal proyección dirigida a la investigación no solo indica una preferencia por las ciencias en los estudiantes de bachiller vascos. Denota también una tendencia -creciente en los últimos lustros- a contemplar los estudios universitarios como una plataforma desde la que acceder al único ámbito del empleo, el público, que parece ofrecer ciertos niveles de remuneración y estabilidad que hoy no se aseguran con las fluctuantes condiciones de la empresa privada. O, en su defecto, que las notas de corte más bajas se den en los grados de Gestión de Negocios de la Facultad de Economía y Empresa y en Ingeniería Mecánica o que ocho de las quince carreras con plazas vacantes para el próximo curso sean ingenierías parecen indicar un bajo interés por el emprendizaje entre la juventud de una sociedad que sin embargo históricamente se había caracterizado por lo contrario. Si a ello se añade el todavía limitado reconocimiento que posee la Formación Profesional que, pese a crecer exponencialmente en el último lustro (en más de diez mil estudiantes entre 2008 y 2014), apenas reúne a la mitad de alumnos que los estudios universitarios (37.000 frente a 68.000) -en Europa, un 58% prefiere la FP- o que no hace tanto el propio viceconsejero de FP del Gobierno Vasco, José Carlos Crespo Velasco, cuantificara la ya urgente necesidad de estudiantes de Formación Profesional en su rama industrial en torno a otros diez mil, podría concluirse que el ámbito educativo vasco no termina de dirigir a sus alumnos a las vías idóneas para enfrentar los retos que parece depararles el futuro socioeconómico de nuestro país. Especialmente si se tiene en cuenta que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para 2020 el 50% de los trabajos disponibles requerirán un nivel medio de cualificación, frente al 35% que exigirán titulación superior. Comprobarlo, admitirlo y actuar en consecuencia, adaptando la orientación de la educación a las necesidades a medio y largo plazo de la sociedad, solo puede contribuir a mejorar el ya mayoritariamente valorado sistema educativo vasco.
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